CONSUELO
"No quieres hacer esto hoy ma belle"Apenas quedaban 5 vueltas de carrera y Charles estaba luchando contra Verstappen por el P1.
-Vamos amore mio...- murmuré sin perder la vista de las grandes pantallas que rodeaban el taller de Ferrari.
En un mal movimiento hecho a propósito,Max hizo un peligroso giro con su monoplaza,expulsando a Charles del asfalto y haciéndolo chocar contra el muro de protección.
-MIERDA! JODER!- exclamó haciendo que su grito resonase por todas las radios del taller.
Dios,ni me quiero imaginar la frustración que debe estar sintiendo ahora mismo... Estaba tan cerca de conseguir la victoria... Y todo porque el sucio de Verstappen no sabe perder y,para el colmo, sale impune porque la FIA determina que es fallo de Leclerc.
AGHH!
-Amore...- el enfado se hizo presente en su rostro nada más llegar al paddock de Ferrari.
-No Nayla,necesito estar solo- pasó de largo,ni siquiera se paró para verme y continuó su camino hasta su motor home.
Bufé agotada.
Cuando a Charles le pasaban estas cosas se encerraba en si mismo,se culpaba y se torturaba continuamente,y yo,por mi parte,me sentía impotente porque no podía hacer nada para ayudarlo.
-Nayla,a dónde vas? Te ha dicho que quiere estar solo!- exclamó su representante viendo cómo me encaminaba hasta su habitación,siguiendo los pasos del monegasco.
Cuando abrí la puerta de la pequeña habitación,me encontré a Charles sentado sobre su cama,con ambas manos sujetando su cabeza.
-Por qué todo me sale mal? Soy un piloto terrible- dijo al sentir mi presencia.
-No digas eso Charles,eres uno de los mejores pilotos que hay en la parrilla,no es tu culpa que ese imbécil de Verstappen juegue sucio- tomé su cara entre mis manos y lo miré a sus preciosos ojos verdes apenada.
-Estaba tan cerca de conseguir la victoria...- furioso, golpeó el mueble que había al lado de la cama,logrando que pegase un salto respingón, sobresaltada por ese repentino estruendo.
Cómo puede ser que esa mera acción haya sido capaz de ponerme tanto?
Tras varios minutos observando su desesperación,meditando que podía hacer para ayudarlo,se me ocurrió una maravillosa idea.
Pillándole desprevenido, elevé su rostro y me senté en sus piernas,quedando a horcajadas encima de él.
-Nayla, qué estás haciendo?- preguntó mirándome con confusión.