CAPÍTULO 2

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Ethan se encerró en el baño cuando el timbre para salir de clases sonó, ignorando por completo la tímida voz de Emma que le estuvo llamando todo el día. Se sentó sobre el cubículo, mientras se obligaba a tomar aire y calmar la sensación pesada en su estómago.

Llevaba una semana haciendo eso: huir de Emma, ignorándola como si nada, para esconderse en los baños hasta que sabía que todo el mundo se marchó y regresar a casa caminando. Esperaba calmar un poco su mente de toda la ansiedad que cada día se volvía más y más torturadora.

No se veía capaz de salir con el resto de las personas para ver a Emma acercándose a su hermano mayor, Falco, porque sentía que iría a exigirle respuestas, a pesar de que no quisiera saber la verdad.

Soltó un bufido.

¿Qué verdad? Su madre era Mikasa. Su padre era Eren. Nadie iba a cambiar eso, menos la presencia fantasma de una persona que no conocía.

Se puso de pie, agarrando su mochila, y salió del baño caminando hacia la salida.

Por supuesto, se quedó quieto en el umbral de la puerta cuando observó a Emma sollozando dentro de un auto, mientras otros dos chicos discutían afuera. Reconoció a Falco, por supuesto, con su chaqueta de cuero y su cabello desordenado, pero el otro chico...

No, demonios, tenía que irse de allí.

Se giró, tragando saliva, bajando la cabeza, pero su suerte, por supuesto, no lo iba a ayudar mucho en ese momento.

―¡Ethaaaaaaan!

Se quedó quieto cuando el grito de Ame resonó en el patio y levantó la vista, viendo a su hermanita corriendo hacia él con una expresión llena de felicidad.

Mordió su labio inferior, batallando internamente si volver o no al interior del colegio, pero ya era demasiado tarde. Podía sentir los ojos de Falco puestos sobre él, poniéndolo más nervioso que nunca.

Ame se lanzó a sus brazos, riendo.

―¿Qué ocurre, princesa? ―preguntó con tono dulce, fingiendo una calma que no sentía.

La chica arrugó el ceño.

―Hoy es viernes ―dijo, confundida.

Ethan dejó salir el aire, derrotado, porque olvidó que cada viernes llevaba a Ame a comer helado luego de clases.

―Vamos entonces ―se apresuró a decir, dispuesto a salir corriendo de allí si era posible.

Por supuesto, no resultó.

―Ethan.

Aunque se llevó una sorpresa cuando la persona que habló no fue Falco, con su voz grave y aterciopelada, sino una voz más suave y dulce.

―Vámonos, Erick―habló Falco, antes de que se girara, y viera al chico que habló.

El tal Erick le observaba inocentemente, con ojos enormes y solicitantes, y sintió que algo no estaba bien.

―¿Ethan? ―preguntó Ame, confundida.

―Suéltame, Falco ―gruñó Erick, tirando de su brazo, pero el chico no obedeció―. ¡Qué me sueltes!

―¡Deja de comportarte como un niño! ―replicó Falco, sin soltarlo.

Ethan percibió el olor omega que soltaba Erick, dulce y envolvente.

Entonces, notó lo que estaba mal: marcado. Erick era un omega marcado. Su olor omega se percibía, pero por encima notaba otro olor conocido.

Miró a Falco con grandes ojos llenos de sorpresa.

Yuanfen - EreriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora