EPÍLOGO

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Entró al comedor con una expresión de hastío seguido del omega, que sostenía a una bebita. Se quedó quieto, mirando al pequeño niño de dos años que aferraba contra sí un peluche de un osito, babeándolo mientras observaba la televisión.

-¿Qué estás haciendo, Adler? -preguntó Ethan horrorizado, llamando la atención del bebé-. ¡Ese es mi osito! ¡Suéltalo, ahora!

Adler lo miró con sus ojitos solicitantes, pero Ethan no se sintió intimidado ni mal.

-No seas infantil -regañó Erick detrás de él, sentándose en el sofá y acariciándole el cabello a la niña-. Es sólo un peluche.

-¡No lo es! -Ethan lo fulminó con la mirada, caminando hacia el niño, y sin pensarlo le quitó el peluche -. ¡Es mío, no de este apestoso bebé!

Adler parpadeó y sus labios temblaron, con sus ojitos llenándose de lágrimas.

-¡Devuélvele el peluche, Ethan! -ordenó Erick, horrorizado.

-¡Jamás!

El bebé se puso a llorar a gritos.

Ethan abrazó el peluche mientras siseaba contra Erick, que dejó a la niña en el sofá. Luego, se puso de pie y tomó en brazos a Adler para calmarlo, sin embargo, resultaba imposible bajo esa situación.

-¿Qué está pasando? -preguntó Falco entrando al comedor y cargando a una bebita sonriente-. ¿Por qué Adler está llorando?

-¡El idiota de Ethan le quitó el peluche! -acusó Erick.

-¡Es mío, estaba ensuciando a mi osito! -berreó Ethan.

-¡Por dios, Ethan, tienes más de dieciocho años! -regañó Falco.

-¡No importa, sigue siendo mío!

Las dos bebés se pusieron a llorar también.

Falco comenzó a mecer a la niña que sostenía para calmarla.

-¡Ethan, haz algo, son tus hermanitos!

-¡No son mis hermanitos, son monstruos que me quitan la atención de papá!

-¡Tienen dos años, Ethan!

-¡Dos años de sufrimiento y dolor!

Se quedaron en silencio cuando escucharon la puerta siendo abierta, incluso los bebés parecieron calmarse un poco, atentos al repentino ruido.

-Podríamos hacer que Ethan cuide de Adler, Leyna y Adalia un fin de semana y nos escapamos para follar, ¿te parece...?

-¡Papá, los estoy escuchando! -chilló Ethan.

Eren se asomó al comedor cargando las bolsas del supermercado, bufando y rodando los ojos, pero sonrió cuando los bebés comenzaron a barbotear:

-Papa... papa...

-¿Cómo se portaron mis bebitos hermosos? -dijo Levi entrando también, sonriendo y arrastrando más bolsas.

-¡Papi...! -chilló Leyna.

-¡Papá! -gritó Ethan, abrazando a Levi y colgándose como un koala, importándole poco que fuera mayor-. ¡Esos demonios me hicieron la vida imposible! -lloriqueó, poniendo expresión de pena.

-¿Es así? -preguntó Eren, tomando en brazos a Adler y sacándole una risa-. Los entrené bien entonces.

-¡Dile algo, papá!

-Eres mayor de edad, Ethan -regañó Levi, tirándole la oreja a Ethan antes de inclinarse y recoger a Adalia, que se rió con diversión-, deja de odiar a tus hermanitos.

Yuanfen - EreriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora