CAPÍTULO 14

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Ethan tenía sólo trece años cuando su abuela le presentó a Hani.

Hani era pequeña, delgada omega de su misma edad, callada y tímida, pero hermosa, con cabello negro brillante, piel pálida y labios rojo cereza que le gustaron enseguida.

―Ella es Hani, tu omega ―le dijo su abuela con una sonrisa enorme, acariciándole los hombros, y a Ethan le gustó tener la atención de la mujer mayor sobre él―, ¿por qué no pasean juntos? Estoy segura de que se llevarán bien.

Asintió, queriendo complacerla, y le tomó la mano a Hani.

A Hani no le gustó para nada.

―¡No! ―chilló la chica, soltándolo―. ¡No me gusta él! ¡A mí me gusta Lía!

Ethan no sabía qué hacer realmente, así que retrocedió, entendiendo que, bueno, la omega podía quejarse y eso estaba bien, porque si a ella le gustaba alguien más, ¿cómo podía obligarla a estar con él?

Su mamá, sentada en el sofá, se puso de pie y se acercó con preocupación. Ethan la miró, encogiéndose de hombros, viendo como la madre de Hani endurecía su mandíbula.

―¡Hani, cálmate, dios, no puedes portarte así! ―regañó, autoritaria.

―¡No me gusta él!

―Ethan, no dejes que te trate así ―dijo su mamá, llamando su atención.

Ethan la observó, asustado, sin comprender lo que quería decir con ello.

―Pero...

―Eres un alfa ―dijo su abuela con voz dura―, no puedes dejar que una omega te rechace o te levante la voz. Hani te pertenece ahora, puedes imponerte ante ella y ella obedecerá ―su abuela le revolvió el cabello―. A los omegas les gusta eso.

Ethan no podía entender bien esa lógica, pero quería hacer sentir orgullosa a su abuela que por fin lo estaba mirando, por fin no lo estaba ignorando como hacía años atrás, cuando creía que sería un omega. Su abuela le daba ahora regalos, le hablaba de igual a igual y a veces lo invitaba a comer, ¿cómo iba a decepcionarla?

Hani estaba llorando, mientras su mamá la sostenía y Ethan se sintió mal por eso.

―¡Hani, deja el llanto! ―ordenó su madre con voz alfa, dura e imponente.

La pobre chica tembló, cerrando su boca, sus manos limpiando el rastro de lágrimas que había en sus mejillas.

―¿Ves, Ethan? Así es como...

―¿Qué mierda está ocurriendo aquí?

Ethan se volteó, viendo a su padre entrar al comedor, llevando de la mano a su hermanita menor. Ame le sonrió, llevando dos paletas de helado entre sus dedos, y se soltó del agarre de su padre para correr hacia él.

―Ethaaaan ―llamó Ame, contenta―, ¡mira lo que te compré!

Ethan tomó la paleta de helado, sonriendo, revolviéndole el cabello, y Ame se giró hacia su abuela.

La mujer la miró despectivamente.

―Hola abuelita ―saludó Ame, dando un paso para abrazarla.

Pero Carla soltó un ruido de desprecio, haciéndose a un lado.

Con once años, Ame liberaba un ligero olor a omega que ya demostraba lo que sería una vez se revelara, lo que ocurriría el año siguiente.

Yuanfen - EreriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora