CAPÍTULO 8

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Erick soltó un gemido.

Apretó su mano contra su boca, avergonzado por completo mientras Falco, sobre él, sonreía perversamente, como si disfrutara el verlo así, todo sudado, desnudo y colorado.

―Bastardo ―murmuró en voz baja.

Falco se rió, frotando su nariz contra su cuello, y ambos miraron hacia la puerta cuando fue abierta.

Ethan se quedó quieto, observando a los dos mayores en la cama, obscenamente desnudos y sin lucir asustados por haber sido descubiertos en pleno acto. Las feromonas que Erick soltaba no tardaron en llegar a su nariz, sintiendo de pronto calor en su cuerpo.

―¿Necesitan... privacidad...? ―preguntó, tratando de lucir impasible, aunque fallando miserablemente.

Falco soltó una risa ronca, volviendo a agarrar la cintura estrecha de Erick y tirando de él, penetrándolo un poco más profundo. El omega dejó salir otro gemido, su goteante miembro erecto y duro contra su estómago.

―¿No quieres unirte? ―preguntó Falco con tranquilidad―. La boca de Erick está desocupada.

Ethan mordió su labio inferior, viendo el lío que eran los dos chicos frente a él, y tragó saliva mientras sentía su propio miembro duro en sus pantalones, sin saber qué hacer. Por sobre todo, porque si se acercaba, significaba tener su primer contacto sexual.

Sí, Ethan era un chico virgen, pero no tonto: cuando se sentía caliente, por supuesto, se masturbaba en la oscuridad de su habitación, y nunca antes tuvo contacto de ese tipo con otra persona pues le avergonzaba un poco. Sin embargo, ahora con Erick y Falco follando delante de él, sentía la necesidad de desnudarse y permitir que hicieran lo que quisieran con él.

―Ethan te dará tu lechita, ¿no es así? ―gruñó Falco, sonriéndole.

Ethan fue para conversar sobre ellos sobre el viaje, pero bueno, siempre podía hacerlo después.

Caminó, observando al omega lloriqueando, y abrió la bragueta de sus pantalones. Las manos de Erick lo agarraron de la playera, atrayéndolo, antes de atrapar su ropa interior y bajarla lo suficiente como para sacar su polla ya erecta.

Soltó un jadeo bajo cuando la mano de Erick envolvió su miembro, húmedo por el líquido preseminal, y el omega lo miró con ojos grandes y expresivos. Parecía fingir una inocencia dulce, que contrarrestaba enormemente con el hecho de que estuviera siendo follado por dos alfas.

―¿Eres... virgen, Ethan...? ―balbuceó Erick, mientras movía su mano de arriba hacia abajo.

Desvió la vista, avergonzado.

―Sí ―murmuró, mordiendo su labio inferior.

―Eso es adorable ―gruñó Falco, levantando los ojos―. Con Erick nos aseguraremos de que lo disfrutes mucho.

Antes de poder decir algo, Erick comenzó a chupar el glande, llenándolo con saliva, mamando de forma superficial, y jadeó por la corriente de placer que recorrió su espina dorsal. Sus manos se deslizaron por el cabello de Erick, oyendo su ronroneo mientras Falco separaba más sus piernas, viendo el momento exacto en el que el alfa se hundía más duro en su interior, gruñendo con excitación.

El omega jadeó contra su miembro, sus ojos llorosos por el placer, para después abrir más su boca. Metió ahora todo el miembro entre sus labios, mientras con su mano lo agarraba de la base para sostenerlo. Falco comenzó a embestirlo de forma seguida, el sucio sonido resonando en el cuarto con cada nueva penetrada, seguido del ruido que provocaban los labios de Erick a medida que chupaba más y más.

Ethan escuchó varias veces a sus compañeros hablar sobre lo genial que era eso, que un omega te chupara el pene, pues se veían sucios y calientes, llenos de lujuria y perversa inocencia que podía hacerlos correr sólo con una probada. Sin embargo, nunca les dio demasiado crédito a aquellas historias hasta ese momento. Aunque, por otro lado, Ethan estaba seguro de que era la boca de Erick la que lo estaba provocando de esa forma, porque si hubiera sido cualquier otro omega, habría salido corriendo por el miedo.

Yuanfen - EreriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora