La Candidata (Swanqueen)

Capítulo 44

28 de octubre

8 días hasta las elecciones generales

Cuando Cora ataca, es tan rápido como una serpiente. Parpadean y hay una tormenta mediática. Se vuelven y una nueva revelación está a punto de destruirlos. Cora nunca duda, nunca les da un momento para respirar, pasa de un ataque despiadado a un ataque aún más desgarrador.

Gold en cambio, se mueve de manera muy diferente. Emma regresa a su apartamento solitario esa noche después de rechazar la oferta de Gold y no hace más que revisar obsesivamente los blogs políticos, alternar entre ellos y buscar en Twitter cualquier signo de la obra de Gold. Pasa demasiadas horas con los ojos clavados en la foto de Regina mientras la busca en Google, esperando nuevos resultados.

No hay nada para los días siguientes. Quizás Gold había estado fanfarroneando, y su rugido de indignación será más un quejido, nada que valga la pena advertir a Regina. Regina está absorta en la preparación del debate de nuevo, tan preocupada que ni siquiera se toma mucho tiempo para enviar golpes sarcásticos a Emma. Emma la mira, siente que su corazón se rompe de nuevo cada vez que Regina mira en su dirección, y se siente cada vez más sola en una oficina llena de amigos.

A veces, Regina sonríe, pero se ha convertido en algo raro. Grita órdenes y luego, mansa y arrepentida, las repite en tonos más suaves. Ella pelea con Neal como si realmente fuera Killian Jones, y su estrés la vuelve mordaz, la hace alejar a todos en lugar de solo a Emma.

Es un alivio no ser la única. Emma bebe esas raras sonrisas de Regina, la mira y ve una calidez que rápidamente se congela. Ella le devuelve la sonrisa de todos modos, viendo cómo la mirada de Regina se vuelve suave y melancólica, y le quita el aliento a Emma.

Luego vuelve a su teléfono para actualizar los blogs políticos nuevamente, temiendo lo inevitable.

Los días se instalan en una extraña monotonía en las semanas previas a las elecciones. No hay más eventos, no más allá del debate del viernes anterior al día de las elecciones, y hay poco que hacer más allá de hacer llamadas telefónicas y prepararse para el debate. Regina se instala en una rutina simple, un día a día que es tan mundano que se vuelve casi reconfortante.

Se despierta en una habitación tranquila, se acurruca alrededor de la almohada y se propone no llorar por la ausencia de Emma. Estar sin Emma está comenzando a sentirse como la norma nuevamente, y ella siente náuseas cuando se da cuenta, extraña a Emma aún más desesperadamente para compensarlo. Se ducha sola y descubre que ya no tiene mucho interés en desayunar sola, así que va a casa de la abuela a tomar un café y desayunar.

En Granny's, habla con los votantes. Siempre hay algunos clientes habituales, pero otros se acercan a su mesa, cada uno con otra queja o pregunta sobre lo que puede hacer por ellos. Ella se está sintiendo más cómoda con eso, conversando con ellos y buscando soluciones para cada situación. Ella siempre ha sido buena en matemáticas, en reconstruir problemas y encontrar la solución perfecta, y esto es todo. Ella es buena en esto, podría ser buena para ser alcaldesa, y eso la sorprende.

Siempre supo que tenía una visión para el pueblo, que había querido reparar el daño de su madre, pero solo ahora está empezando a creer que también podría ser una buena alcaldesa. La gente la escucha, confía en ella, y ella comienza a sentir un sentimiento de protección sobre ellos que viene con mi pueblo, mi gente. Puede que a la gente le guste, y ella se entusiasma con eso, con el conocimiento de que esto realmente es para lo que ella nació para hacer.

Desearía poder decírselo a Emma. Se siente demasiado autoindulgente expresárselo a cualquier otra persona, incluso a Neal o Marian o Jacinda, y Emma lo entendería, conoce esas mismas inseguridades que vienen con toda una vida de ser rechazada y sola y no ser lo suficientemente buena. Pero en cambio, pasa a grandes zancadas junto a Emma todas las mañanas, que está sentada en su viejo cubículo y habla animadamente a los votantes, y a Regina le duele el corazón.