soobin

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La vida de Soobin era, dentro de lo que cabe, demasiado monótona. Era una rutina que casi nunca cambiaba. Esto le gustaba, en realidad. Le gustaban las sorpresas, pero no le gustaban las malas sorpresas. Tampoco le gustaba salirse de la rutina, lo que implicaba salirse de su zona de confort.

Meses antes de cumplir la mayoría de edad, se encontró con el rentable mundo de las sustancias ilegales. Claro, no rentable para ninguna persona que la consumiera, pero sí para aquel que la vendía. Y la situación económica por la que pasaba su familia en ese momento fue el mayor impulso para ser el mayor distribuidor de droga en toda la ciudad.

Era un secreto a voces con quién la mayoría recurría cuando querían droga a un precio justo. Tampoco es como si hubieran demasiados distribuidores alrededor de la zona, pues su pequeño grupo clandestino no dejaba que eso fuera posible. Tenía suerte de encontrarse con las personas indicadas en el momento indicado, que lo llevarían a su negocio indicado para salir de su desliz económico.

Justo antes de graduarse.

Eran buenos en su negocio, cada quien en su especialidad. Algunos conseguían la mercancía, y de ahí se la pasaban a él para distribuirla, y una buena parte del dinero se quedaba para él.

Todo era simplemente profesional, entonces cuando fue citado por un compañero de equipo, no tenía ni la más mínima idea de qué es lo que necesitaría hablar, pero no podía negar estar nervioso.

Si decidían sacarlo del puesto de su distribuidor estrella, no sabría como explicarle a sus padres que ahora ganaría muchísimo menos que antes sin salir de su oficio de mesero. Si decidían que era mejor que su punto de encuentro fuera en distintos lugares, tal vez sería más complicado y más tardado llegar de ahí hasta su casa sin hacer demasiado ruido.
Y por eso odiaba los cambios.

Pero no podía hacer nada contra lo que sea que hayan dicho o decidido sus superiores, entonces solo cruzó la puerta de la pequeña habitación después de tocar y escuchar un "pase", sosteniendo la respiración y girando lentamente la perilla.

—Tienes miedo— empezó a decir el chico sentado en su silla, antes de que Soobin pudiera terminar de pasar. —¿Por qué?

—No me sueles citar. Solamente lo hiciste una vez cuando inicié en el trabajo para decirme que hago un buen trabajo en mantener el perfil bajo frente a la policía.

—Tienes cara de niño bueno, esa es una ventaja para que no se fijen demasiado en ti — dio un sorbo a su Coca-Cola, tomando una pausa. —Pero de eso no necesitaba hablar, sabes que mi forma de decir que lo haces bien es dándote tu paga.

—Uhm, ¿entonces cuál es mi deber aquí?— pronunció nervioso, moviendo el pie izquierdo de adelante a atrás, aunque no esperaba que eso se pudiera ver bien desde el ángulo del contrario.

—Sigues con miedo— pero él siempre estaba dos pasos adelante de los demás. —Deja de mover el pie, me vas a pasar el tic a mí también.

—Lo siento.

—¿Conoces a Choi Beomgyu?— cambió rápidamente de tema, haciendo que Soobin sólo aumentara sus nervios, pero ahora controlando sus movimientos. —Todavía tienes miedo, pero ya no importa.

¿Tendría que decirle la verdad? ¿Tenía que afirmar conocer al menor?

No parecía mal tipo, y usualmente eso no le importaba para nada, pero en el tiempo trabajando en la cafetería, desarrolló un amor fraternal con Yeonjun. Era como el hermano menor que quisiera haber tenido. Y a Yeonjun le gustaba Beomgyu, al menos como amigo. ¿Cuáles eran las intenciones de su jefe con el recién mencionado?

—¿Para qué le sirve saber eso?

—Te pregunté si lo conoces, y tú me tienes que contestar eso. Lo que pase con él después no es tu asunto.

sweet views;  beomjunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora