plan

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En sus sueños, Yeonjun le pertenecía. A él y a nadie más.

En sus sueños, no había madres controladoras ni chicas tratando de quitarle al amor de su vida.
"Y algún día, así será." pensaba.

Se imaginaba el cuerpo desnudo de Yeonjun debajo suyo, lleno de chupones y de mordidas, pidiendo por más. Era recurrente fantasear con Yeonjun necesitando de él así como él necesitaba de Yeonjun.

Y esas eran sus fantasías normales, las del día a día. Pero no siempre eran así.

A veces Yeonjun lograba hacerlo enojar. Así como cuando empezó a salir con Sohee. Parecía ser incapaz de ver lo mucho que lo amaba y lo deseaba, y se conformaba con cualquier perra de bonita sonrisa y tetas medianamente decentes. Eso era lo que le enfurecía, que no fuera capaz de notarlo, tan desesperado por tenerlo entre sus brazos y tan capaz de demostrarle todo su amor a cualquier segundo.

Y también cuando lo trataba como a un niño. Sí, entendía que era mayor que él, pero dos jodidos años no hacen la diferencia que Yeonjun creía que hacían. Y temía que esa terminara siendo una razón por la que se viera incapaz de corresponder sus sentimientos. Una razón por la que no pudiera ver a Beomgyu mediante los mismos lentes del amor con las que él sí veía a Yeonjun.

En esas ocasiones, era cuando sus sueños con ese lindo chico tomaban un giro algo diferente a lo habitual.

Le gustaba la idea de verse a sí mismo y sentirse como un cazador, y Yeonjun siendo su pequeña e indefensa presa. Un venado con los ojos bien abiertos y llenos de una vida que, en cuanto Beomgyu lo cazara, sería dedicada completamente a él. Y esos ojos no podrían ver a nada más que a él.
Tan dócil y frágil bajo su tacto, inconscientemente listo para ser corrompido.

Nunca tuvo el control de nada ni sobre nadie. Ni de sí mismo.

Sus fantasías se basaban en combinar sus dos grandes y mayores ambiciones: el poder y el amor. Y sólo Yeonjun podía saciar la sed por ambos a la vez.

Era un sueño tan perfecto, él pensaba.

Yeonjun tratando de mil y una formas de zafarse de su agarre, y fallando mil y dos veces. Sus lágrimas, tan rápido como se formaban, bajarían por sus mejillas. Beomgyu las limpiaría con sus manos y sostendría su cara con ellas. Lo convencería de que todo iba a estar bien, de que él lo protegería de todo y de todos, y como en sus fantasías Yeonjun también lo ama, entonces le creería.

Sí, podía cumplir esa promesa, de protegerlo y cuidarlo de todos los demás. Eso no era difícil. Lo difícil sería protegerlo de él mismo; de Beomgyu.

Le pondría un collar, un brazalete o tan sólo algo que le demostrara a todos los que por alguna razón lo vieran, a quién legítimamente le pertenecía.

En sus sueños, los tobillos de su amado estaban unidos a la cama mediante una cadena. Cama que compartirían.
Aun que así era la mitad de las veces. Durante la otra mitad, el fémur y algunos huesos de sus pies estaban ligeramente rotos. Lo suficiente como para que no pudiera escapar.

En sus sueños, Yeonjun le pedía que fuera más amable mientras lo embestía con fuerza contra el colchón de la cama. O contra el sofá del living. O contra el piso del sótano. O contra la mesa de la cocina.
A veces directamente le pedía que pare, y él sólo reía mientras dejaba incluso más moretones en todo su cuerpo y besos dolorosos en sus mejillas y labios.

Se sentía tan bien, no sólo imaginarse ejerciendo control sobre alguien mientras le rogaba por piedad, si no también que ese alguien fuera Yeonjun.

No lo mataría, por supuesto. No cuando lo amaba tanto.

sweet views;  beomjunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora