confessing

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Divertido. Beomgyu era divertido.

No podía evitar verlo y sentirse un poco reflejado en él. No por el carácter —en lo que, en realidad, no se parecían en nada—, sino por esa inocencia que todavía cargas a los diecisiete. Para la mayoría sonaría ridículo, incluso para el mismo Yeonjun, pero entre los diecisiete y los diecinueve estaba un abismo de diferencia.


Ante el mayor, Beomgyu todavía parecía un niño que apenas empezaría a explorar el mundo. Era un poco así, de hecho. No quería faltarle el respeto con su opinión, pero Hyeoh era una perra como madre. En vez de protegerlo, lo aislaba del mundo y, cuando ella ya no esté, ¿quién protegerá a su niño?

O bueno, al menos eso pensaba Yeonjun.


—Gracias—. dijo Yeonjun con una sonrisa de satisfacción, de que su amigo lo haya podido ayudar a superar su tristeza en relación a Sohee. —Por venir conmigo—.


—Hey, por algo somos amigos— y cuánto odiaba esa palabra, pero no tenía de otra más que pronunciarla mientras se tragaba las ganas de besarlo ahí mismo.


"Amigos".

Beomgyu nunca había tenido amigos, y le recorrían una especie de celos por el cuerpo cada que escuchaba a un grupo de alumnos conversar entre risas y chistes. Esa clase de grupos a los que sabía que jamás podría pertenecer. Antes siempre era por culpa de su madre, pero cuando por fin se fue, Beomgyu ya no tenía por qué necesitar a esas amistades. No cuando tenía a Yeonjun. O cuando lo tuviera por completo, lo esperaba que fuera pronto.


Aunque tampoco no le gustaba la palabra por el contexto específico que le estaba dando, de decirle amigo a él. No, por supuesto que no quería ser su amigo. En un momento atrás con eso se conformaba, pero su necesidad de hacer a Yeonjun completamente suyo y su avaricia de lograrlo no le permitieron ser tan conformista por mucho tiempo.


Su cena fue tan relativamente buena como la habilidad de Beomgyu para olvidar —o fingir que olvidaba— a su madre a medio enterrar en el jardín de su casa. Por cada palabra que salía del mayor, Beomgyu tenía que hacer un balance entre escucharlo e ir ideando un plan de qué decirle a la policía, porque era imposible no informarles a más tardar a la mañana siguiente.






—¿Cómo te fue?— preguntó Kai, terminando de servir la soda en el vaso de Beomgyu. No quería afrontar la realidad de ver el cuerpo de su madre siendo rodeado por gusanos, incluso si la imagen le parecía algo gratificante, y su única alternativa era ir a la casa de Taehyun, donde ya estaban sus otros dos "amigos" —Te ves angustiado—.


¿Y cómo no estarlo? Soobin lo miraba de pie desde la esquina menos iluminada de la habitación como si hubiera matado a alguien. Cosa que sí había hecho, pero no lo miraba así por su madre, si no por Yeonjun. No conocía mucho a Soobin, y de sus tres cómplices en acción —como le gustaba llamar al grupo conformado por Taehyun, Kai, Soobin y él— era con el que menos hablaba de manera amigable. O con el que menos hablaba en general, pero se le hacía irritante como intentaba tanto que Yeonjun no se acercara más a él. Tenía buenas razones para no confiar ni un poco en Beomgyu, él lo sabía, pero se le hacía algo exagerado que prefiriera que le dolieran los pies antes que sentarse a su lado.

sweet views;  beomjunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora