perspective

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Todavía se rehusaba a creerlo, aún si la parte consciente y racional de su cerebro se lo gritaba.

Ahora que lo miraba bien, ninguna persona normal hablaría de la muerte de su madre de una forma tan... casual. Él mismo no hablaría de la muerte de cualquier persona de esa manera.

Y sin embargo, no se había dado cuenta de todas las señales.

Esos estúpidos detalles de su vida que, por alguna razón, Beomgyu siempre conocía. No de forma directa, claro, pero siempre, en todas sus conversaciones, estaba esa anécdota, ese pasatiempo, ese gusto, ese talento o lo que sea, que los conectaba más el uno al otro.

Creo que el amarillo es un color muy infravalorado. Me encanta.

¡A Yeonjun también!

A veces me gusta dibujar. No soy bueno, pero me ayuda a no aburrirme.

¡A Yeonjun también!

¡Me encanta Whiplash!

A Yeonjun... también.

Huh.

Tal vez pecó de ingenuidad.

Tal vez, todos tenían razón. Era un paranoico que veía patrones donde no los hay, que se sentía observado donde no habían ojos que no miraran.

Pero algo en él sólo... sabía. Estaba esa corazonada, o sexto sentido, que le gritaba la verdad.

Es Beomgyu. Siempre ha sido él.

Deseaba que no. Rogaba al cielo que así no fuera. Sólo un malentendido, sólo él juzgando mal a un pobre niño que no sabe como lidiar con la muerte de su madre. Preferiría terminar siendo él un horrible amigo que Beomgyu siendo un acosador.

¿En qué momento le dijo que las partes del cuerpo que encontraron de Sohee, fueron sus dedos?

En ninguno.

Idiota.

Tan cegado por su amistad.

Por más asco y miedo que le diera Beomgyu, todavía sentía la culpa sobre él.

Por su culpa Sohee estaba muerta.

Al cerrar la puerta en la cara de Beomgyu, no pudo evitar la bilis que se empezaba a formar en su garganta mientras procesaba todo. Por instinto, corrió hacia en baño para devolver lo poco que había logrado comer. En su mayoría sólo era ácido estomacal. Y ni así el ardor en su garganta se podía comparar al dolor en su pecho.

Tal vez así se sentía un ataque cardíaco.

Lo que sea que amenazaba con detener su corazón en ese momento, lamentablemente no lo hizo.

Idiota.

Idiota Beomgyu. Idiota él, por confiar.

Confianza.

Era culpable de confiar de más en las personas, lo sabía. Nunca supo si categorizar eso como una virtud o un defecto. Solo era una característica.

Pero ahora, después de que su estomago rechazara horriblemente lo poco que le dió y el dolor inicial que esfumara, solo quedaba rabia. Rabia, enojo, odio. Odio hacia todo. Hacia él mismo, mayoritariamente.

Y, después de que la niebla del enojo se esfumara, llegó el juicio. El sentido común que por fin le gritaba que tenía que hacer lo correcto. Lo que no lo convertiría en un cómplice.

Beomgyu, en poco tiempo, enfrentaría las consecuencias.





.







Ahí estaba. La satisfacción y la alegría en su corazón de haber encontrado la manera de salir de esta mierda. De ese desastre en el que innegablemente él mismo se había metido, y había creado.

En retrospectiva, haberse rendido tan fácil en su misión de conseguir a Yeonjun sonaba ridículo (aun si en su momento lo único que quería era romper muchas cosas), y en silencio se juró a si mismo nunca volver a recordar esos pensamientos tan horribles.
Yeonjun sería suyo, más de lo que ya lo era.

¿Acaso no tenía el derecho de reclamarlo como su propiedad? Después de todo, todo lo que hizo por él y todo lo demás que sería capaz de hacer en un futuro, después de todo su amor y devoción que le regalaba en secreto, y próximamente de una forma más directa, después de tantas fantasías que revoloteaban en su cabeza al despertar, dormir, comer y hacer cualquier cosa; fantasías en las que Yeonjun siempre terminaba siendo el protagonista, siendo salvado después de que él salvara a Beomgyu con su presencia tan fuerte en su vida. Protegido, adorado y amado.

Después de todo, ¿alguien se puede atrever a decir que no lo merece? No importaba quien protestara en contra de ellos. No, claro que no. Porque también se haría cargo de eso, y así probaría una vez más lo mucho que ama a su chico.

Las palabras prometedoras de Taehyun hicieron eco una y otra vez en su cerebro, haciéndolo regresar a la realidad. Una realidad en la que Yeonjun y él estaban hechos para estar juntos. Culpa del destino, las estrellas, o de algún poder divino superior, no sabía bien a quién darle las gracias. Tal vez a él mismo por trabajar tan duro en su meta.

Días atrás, su camino se desvió por culpa de... ¿por qué diablos Yeonjun llamó a la policía? No recordaba haber sido tan hablador, aunque claro, su mente sólo se podía concentrar en soltar cualquier palabra que hiciera que Yeonjun no le cerrara la puerta en la cara... cosa que no funcionó.

Qué más daba ya. Taehyun tenía razón.
'¿Y cuándo no?' dijo como cierre a su conversación (o discurso de su parte) cuando se lo señaló.

Taehyun sabía cómo podía tenerlo de vuelta, y Beomgyu sabía qué necesitaba darle para que compartiera sus conocimientos. Un ligero pensamiento pasó por ahí, agradeciendo que él no estuviera detrás de Yeonjun también.
'Serías un dolor en el trasero si tuviera que lidiar contigo', añadió.

Después de las palabras motivadoras (podía ver la avaricia en sus ojos mientras hablaba, seguramente imaginando cuánto dinero podría sacarle sólo con ayudarlo en esto), vino el plan, porque no existe Kang Taehyun sin un plan para absolutamente todo.

Al principio, debía admitir el nerviosismo que le dió su plan. Sí, tendría a Yeonjun para él, pero a su vez, las probabilidades de que se lo arrebataran aumentaban a cifras extraorbitantes.

'Confía' fue lo único que dijo ante las dudas.

Confianza. Un concepto extraño.

Beomgyu no recordaba la última vez que confió en alguien. Tal vez a los seis años, cuando dejó que su padre supiera cómo accidentalmente rompió la base de maquillaje de su madre, confiando que no le diría. Y no lo hizo. Lo más probable, que fuera porque sabía que él también terminaría en un conflicto de una u otra manera.

Pudo haber sido motivado por el miedo, pero esa era la única ocasión que recordaba sentir confianza pura. Nunca más.

No confiaba en Hyeoh. Jamás.

Yeonjun... era diferente. Lo amaba, sí. Pero él no conocía realmente a Beomgyu. Lo haría en poco tiempo, pero antes no lo conocía en realidad. Aprendería a amarlo, tal vez no con la misma intensidad, pero eventualmente lo haría. Pero antes, incluso en el pico de su amistad, no lo llegó a conocer como quisiera.

No confiaba en Kai ni Taehyun. Mucho menos en Soobin. Era mutuo, al menos. Era una estupidez confiar el uno al otro cuando todos tirarían a los demás a un acuario con tiburones hambrientos para salvarse a ellos mismos. Y así estaban bien.

Por eso, cuando Taehyun le pidió confiar, sabía que tenía razón.

Siempre la tiene. Esa vez no podía ser una excepción.

Yeonjun, en poco tiempo, sería suyo.














n/a: posible capítulo de relleno, pero después viene lo mejor (o peor) :p.

muchas gracias por leer.

sweet views;  beomjunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora