Mi doña

24. indispuesta.

Esa mañana Altagracia se veía diferente pero no sabía que era, ella sentía un poco de paz en medio de tanto problema y sufrimiento, decidió dejarlo a un lado, había pasado semanas llorando por león, ya hasta ella se desconocía como podría llorar tanto por alguien,  ella no era mujer de quebrarse tan fácil.

Feliz desayuno con Regina quien siempre está dispuesta a aguantarle el humor con el que ella amanezca, paso todo el día entre los quehaceres de la empresa ir a juntas y hablar con su personal.

Llegó la noche y ya estaba en casa, decidio empezar a alistarse para la cena qué tendría con el senador Armando García.

A Altagracia le gustaba mucho llamar la atención todos saben eso, es la doña, para está ocasión usaba un vestido donde se le podía ver su piel con pequeñas flores color  rojo, largo hasta los tobillo y manga larga, era recatado y a la vez revelador, se puso un labial tan rojo como las flores en su vestido y  lo de más del maquillaje muy natural, con cabello recogido y dos mechones fuera en la cara de cada lado.

¡Regina me podrías pasar mis zapatos!

¡Voy Altagracia!

¡Oh, por dios hermana, tu quieres que al senador le de un infarto!

Pues si eso pasara no estaría mal, ya que no quiero estar con ese hombre más tiempo del que sea necesario, menos mal y le dije a Vidal que solo saldría con el una sola vez, ese hombre me da asco desde lejos se ve que es un cerdo, cuando lo conocí, no paraba de mirar mis bubis, debí matarlo en ese mismo instante.

Ya hermana relájate acuérdate que hoy amaneciste de el mejor humor, así que no lo arruinemos.

Altagracia va de camino con Matamoros, que ya estaba muy bien, perdió un poco de movilidad en su mano, pero el siguió fiel con la doña, a pesar de que la doña había ofrecido jubilarlo.

Cuando llega a la cena, el famoso senador ya la estaba esperando frente al lugar esperando que bajara para tomarla del brazo.

Altagracia lo tomo de el brazo para entrar con el, cuando abrieron las puertas, toda mirada quedó posada en la pareja.

¡Son dos personas poderosas e influyentes!  ¡los dos harían temblar al mundo si estuvieran juntos!- susurraban los invitados.

Pero Altagracia, solo noto una persona que estaba en el lugar.

Maldita sea por qué tenía que estar aquí y por qué con ella.- pensó Altagracia en su mente.

Un león enfurecido mirando como altagracia sonreía al lado de este patán.

Cómo puede estar con este idiota.- piensa león.

Luego de la cena el senador invito a bailar a altagracia ella acepto con mucho gusto, no le gustaba el hombre, pero si lo que, los demás decían en ese momento.

León tomo a su novia para bailar también, los dos tenian las miradas fijas en el otro, queriendo reclamar, sin moral.

Se sentaron para conversar y león hizo lo mismo, el nota a Altagracia levantarse de la mesa para ir por un trago a la barra y el decide irla a saludar como si nada.

Hola Altagracia.

León.- asiente con la cabeza con una sonrisa fingida.

¿Cómo has estado?

Muy bien y disculpa, no puedo quedarme a hablar contigo, tengo a alguien importante esperando.

León la agarra del brazo.- El no te merece.

¡Tu tampoco me mereces!- y mira a la novia león.

No dudaste para estar con otra persona, así que no tienes derecho a decirme nada león.

Altagracia toma un sorbo de la bebida e inmediatamente corre al baño, león va detrás de ella y escucha como Altagracia vomitaba.

¿Altagracia estás bien?

Si león, solo me cayó un poco mal la comida, ¡Ya vete! Tu novia te espera.

No me iré de aquí hasta que salgas y vea que de verdad estás bien.

Altagracia sale de el baño, y camina hacia leon.

Ves estoy bien, no te preocupes y ve con tu novia, yo me iré con Armando.

Cuando Altagracia va delante de el tambalea  y león la sostiene y mira su rostro pálido.

Ves, te dije que no estás bien. Déjame te llevo al hospital.

No león solo fue que algo me cayó mal ya se me pasará, mejor me voy a casa.

Altagracia se alejo para así ir a despedirse del senador y llamar a Matamoros para que pasará a recogerla.