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La chica vendó su brazo, y mientras caminaba por ahí inventaba alguna excusa que fuera creible para ocultar aquel desagradable suceso.
—¿Aiko? —Por un momento dejo de respirar, todo su cuerpo se tensó de la nada, aquella grave voz a sus espaldas la asustó, rápidamente oculto su brazo.
Justo dos de los que menos comprenderían su situación aparecieron.
Y es que si bien, el pilar de la serpiente y el de el viento solo se caían bien entre ellos dos, despreciando a la mayoria de seres vivientes.
Los dos eras bastante... Directos al hablar, ese par era mas agrio que un limón.
—¿Tu que haces a las 2am vagando por ahí? —Preguntó el albino, y es que la jóven había salido de su finca para “refrescarse”.
—Yo también podría preguntar lo mismo...
—No. Nosotros venimos de una misión —Aclaró el Azabache.
—Ademas tu eres una mocosa, nosotros no —Habló ahora el peliblanco.
—Ah.
—Tu brazo —El mas bajo de el par de amigos, señaló el herido brazo de la jóven.
—Me corte —Mintió.
—¿Como? —cuestionó el albino.
—¿Como te cortaste tu? —Respondió la pregunta con otra pregunta.
Iguro la observó con Gracia.
—O me dices como te cortaste —Guardó silencio para darle mas drama —O le digo a Uzui que te encontre vagando sola por la noche —Sonrió victorioso Sanemi al ver palidecer a la jóven.
—Bueno, —Los observando a ambos buscando algun punto débil — Y yo le digo a Mitsuri que Iguro esta enamorado de ella.
Ahora el que palideció fue Iguro, sus ojos se abrieron de sobremanera.
—No te atreverías... —Habló serio.
—Oh si me atrevería...
Ambos se miraban desafiantes, Sanemi esperaba que se golpearan o algo, estaba a nada de gritar; “¡Pelea pelea!”
—Le digo a Shinobu que mataste a uno de sus Pescados. —Habló Iguro la joven solto un jadeo de sorpresa.
—Yo no lo mate.
—Le diste de tu comida, eso cuanta...
Sanemi miraba atento como los trapos sucios salian al sol, algun dia servirian para chantajearlos.
—Le dire a Tomioka que tu fuiste el que le tiñó el cabello el otro dia... —Un “Uuh” se le escapó a Sanemi.
—¿Y eso que? No me afecta.
—Bien, Sanemi-san —Lo llamó
—¿Aja?
—El perrito amarillo con blanco, el que se perdió —Sanemi puso mas atención.
—CALLATE —Grito Iguro mientras ponía la mano en la boca de la muchacha.
—Adivine que le pasó —Quito la mano de Iguro.
—¡TU NO DICES YO NO DIGO AHORA CALLATE!
—Ustedes nunca me vieron. —Habló ella.
—Tu no sabes nada de ese perro. —Ambos estrecharon manos bajo la confundida mirada de Sanemi.
—¿Que mierda le hisiste a mi perro? —Pregunto Sanemi mientras se alejaban.
—Juro por Kaburamaru que no le hise nada. —Kaburamatu se hizo el muerto. —Maldita víbora traicionera...
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