El cigarro en la mano de Itadori desgastado dejó caer un par de cenizas en la acera que estaba fuera del restaurante. El pelirrosa curvó una sonrisa cuando volteó a mirar nuevamente a Satoru, pero esta vez ya no estaba vomitando.
— ¿Mejor? — preguntó el menor. Satoru aclaró un poco su garganta para intentar borrar el sabor del vomito de su boca y asintió.
— Qué pena contigo, no tenías que... — Itadori chasqueó sus dientes.
— No te preocupes, si tienes que vomitar más, adelante. — Satoru se sentó en el andén y miró hacia el cielo.
Se había levantado de la mesa a vomitar e Itadori lo siguió porque Satoru a duras penas podía mantenerse de pie.
— Oye, hablándote serio y sin intenciones de coquetear, creo que deberías superar a ese chico. — Satoru volteó a ver a Itadori. — No sé nada de lo que haya pasado entre ustedes, pero el ghosting es absurdo y para nada maduro. — Satoru volvió a ver el cielo.
— Supongo que... — relamió sus labios y tragó saliva un poco asqueado por el sabor del vomito. — Supongo que tienen razón.
Itadori se sentó junto a él ignorando que a menos de un metro estaba el vomito del albino. Satoru miró hacia al frente y se encogió de hombros.
— Quizá solo no quería aceptar que todo se tornara raro de la nada y seguía excusando sus acciones. — Satoru miró a Itadori. — Creo que hay alguien más.
— ¿Qué? — Satoru hizo una mueca.
— Es un amigo de su infancia. Es bastante lindo y ahora pasan mucho tiempo juntos. — Satoru pasó una mano por su cabello. — Justo como solía hacerlo conmigo.
Itadori mordió su labio inferior sintiéndose un poco mal por Satoru y no dijo nada. Lo único que podía hacer en este momento era brindarle sus oídos para escucharlo.
— Ya no quiero sentirme así. — Satoru miró al pelirrosa con sus ojos cristalizados. — ¿Por qué debo sentirme así? — Itadori abrió sus ojos como plato. El chico no esperaba que Satoru se pusiera a llorar.
— Yo... yo no lo sé. — Satoru bajó su cabeza y soltó una lágrima. — Solo sé que parece que lo quieres mucho y no es justo que te esté haciendo sentir de esa forma. — Satoru hizo puchero.
— Es que... Suguru le dio color a mi vida. — cerró sus ojos con fuerza. — Podía sentir que estaba volviendo a ser feliz si lo tenía a mi lado, me sentía fuerte si estaba a su lado. — limpió otra lágrima que se le escapaba. — Supongo que ahora debo ser fuerte por mi cuenta. — Itadori asintió.
— Es cierto, no puedes poner tu felicidad en manos de las demás personas...
Los dedos de Suguru estaban quedando, prácticamente, sin huellas. El pelinegro se había cansado de mandarle mensajes a Satoru y no tenía ni una repuesta. ¿Estaba tan ocupado el albino que no tenía tiempo para responderle?
— ¿Por qué tan ansioso? — Mahito lo miraba desde la cocina. Estaba preparando una lasaña.
— Satoru lleva días sin responderme. — Mahito enarcó una ceja.
— Tú lo ignoraste una semana. — Suguru volteó a mirarlo con odio.
— Estaba mal esa semana, tú mismo tuviste que lidiar con mi fiebre y mis dolores de cabeza. — Suguru regresó la mirada a su celular. — No quería que él me escuchara mal, no quería enviar un mensaje sabiendo que estaba mintiéndole con respecto a mi salud.
— Pues, es normal que no quiera hablarte. — Mahito se encogió de hombros. — Solo espera a que vuelva y resuelven. — Suguru suspiró. — Aunque... ¿no dijo que sólo eran pocos días? Ya van como 15 días.
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Cornelia Street. [SatoSugu]
Romance- ¿Qué estás haciendo? - Suguru sonreía desde donde estaba viendo a Satoru pegar algo en su puerta. - ¡Tadan! - el albino se apartó de la puerta para que Suguru podía leer lo que estaba escrito en el cartel que había pegado. - ¿Cornelia Street...