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Satoru siempre había soñado con tener una gran fiesta de cumpleaños. Cuando tenía 15 años, se escapaba de casa para ir a las grandes calles de New York a ver a las chicas de 16 celebrando su cumpleaños. Tenía entendido que en diferentes partes del mundo se celebraban los 15, pero en la ciudad en la que había crecido, era distinto. Satoru lo amaba, amaba pensar en que algún día tendría el dinero suficiente para llegar a hacer una gran fiesta, soñaba con eso... lamentablemente, para Satoru la vida nunca fue así.

(recuerdos de Satoru a sus 15 años)

— No entiendo porqué debe ser todo así. Estoy cansado de ver cómo mis compañeros pueden salir y hacer de cuanta cosa y yo tengo que estar encerrado en estas malditas cuadro paredes. — Satoru se quejaba mientras lavaba los platos que su tía le había pedido que lavara. 

— Siempre ha sido así, Satoru, ¿por qué pareces tan consternado por el tema? — Satoru suspiró y miró a su tía que estaba en el balcón sentada leyendo un periódico.

— Por eso mismo, porque siempre ha sido así. Estoy cansado de ser un pobretón y vivir en esta estúpida calle. — su tía bajó su periódico para mirar al chico.

— ¿Pobretón? — Satoru se cruzó de brazos mojando su suéter gracias a sus manos húmedas.

— Sabes que vivimos como unas ratas solo comiendo cualquier cosa que puedas conseguir porque no tienes un maldito trabajo decente. — su tía tragó saliva.

— Sato, no quiero que sigamos con esta conversación, estás un poco irritado y...

— ¡No! — la mujer abrió sus ojos como platos ante el grito del albino. — No entiendo porqué tuve que caer en tus manos, de tanta gente en el mundo tuve que quedarme con alguien que ni para pagar un seguro médico tiene.

— Satoru.

— Tengo esta maldita alergia desde hace dos meses y ni siquiera tengo acceso a que alguien me revise, ¿es tan difícil para ti conseguir un trabajo decente? — la mujer apretó su mandíbula intentando contener el llanto.

— Es difícil... — Satoru rodó los ojos.

— Por supuesto que lo es, pero si lo sabías, debiste haberte hecho a un lado y no aceptado quedarte conmigo.

— Voy a ignorar por completo toda esta conversación. — levantó su periódico nuevamente sin contar que Satoru iba a continuar soltando palabras hirientes.

— Te juro que cada día que paso aquí te detesto más. — la mujer no lo miró. — Odio esta casa, odio esta calle y odio esta vida. Apenas tenga la oportunidad de irme voy a...

— ¡Lárgate! — gritó la mujer mirando a su sobrino con sus lágrimas resbalando por sus mejillas. — Si tanto odias estar aquí, lárgate.

La expresión molesta de Satoru se relajó y ahora en su cara se notaba el arrepentimiento. El albino había hecho llorar a su tía.

— No tengo ni un peso para mí, pero todo te lo doy a ti. No tengo ni una oportunidad de hacer algo con mi vida, pero todo te lo doy a ti. — apartó la mirada. — No creas que no he estado rogando atención médica... — lo miró. — Lo llevo haciendo desde que ese pequeño brote en tu brazo salió. — Satoru bajó la mirada. — Pero no es fácil, Satoru, no tengo cómo pagar nada de eso.

El albino no decía nada, solo estaba parado mirando hacia el suelo apretando su labio inferior apenado por haberla hecho llorar.

— No hay muchas personas buenas en el mundo, Satoru. — el mencionado la miró. — Y ahora solo estoy viviendo para educarte y convertirte en una de ellas. — la mujer suspiró. — Hay algo que no te he dicho. — el albino la miró.

Cornelia Street. [SatoSugu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora