Satoru ya se había encargado de llamar un taxi para que los estuviese esperando en las afueras del hospital. No entendía porqué Mahito no estaba aquí con Umiko y eso lo molestó un poco ya que Suguru se veía un poco desanimado por no verlos ahí.
— Vamos, te dije que puedo traer una silla de ruedas para... — Suguru negó con la cabeza.
— Puedo caminar, Satoru. De verdad no es necesario. — Satoru suspiró.
— Qué terco eres, Suguru. — el pelinegro curvó una sonrisa mientras estiraba un poco su espalda.
— Volvamos a casa, Satoru.
Satoru estaba feliz, debajo de todo su cuerpo abrigado por el frío invierno que había llegado, su corazón soltaba latidos cálidos cada vez que recordaba que Suguru estaba a su lado.
Cuando salieron del hospital, Satoru se encargó de sujetar bien a Suguru y de abrazarlo un poco para que el frío no lo golpeara tan fuerte. Suguru estuvo agradecido por esto. Suguru estaba agradecido por todo, de hecho.
El pelinegro no podía borrar la sonrisa que tenía en el rostro. Estando dentro del carro, su mano sujetaba la de Satoru mientras su mirada estaba perdida en las calles y en las decoraciones navideñas.
No les tomó más de 5 minutos en llegar al edificio, Suguru había insistido en que caminaran, pero Satoru prefirió tomar un taxi hasta la Cornelia Street por más cerca que estuviese del hospital.
— Me hubiese gustado que Mahito y Umiko estuviesen en mi salida del hospital. — dijo Suguru volteando a ver a Satoru.
— Intenté contactarlo, pero... — Suguru hizo un gesto despreocupado.
— Tranquilo, seguro se quedaron dormidos. — Suguru abrió la puerta del carro para bajarse.
Satoru suspiró y se bajó rápidamente del carro para ayudar a Suguru.
— Satoru... — dijo entre risas. — Tranquilo, estoy bien. — el albino puso los ojos en blanco y le dio el dinero al señor del carro que los había llevado.
— No importa, déjame ayudarte. — con una sonrisa, Suguru se rindió ante Satoru y lo dejó tomarlo casi como un niño pequeño.
Estando frente a sus departamentos, Satoru relamió sus labios y sorbió un poco su nariz roja.
— Bueno, no sé si quieras hacer algo ahora, ver una película o... — Suguru negó lentamente.
— Realmente, estoy algo cansado. ¿Qué te parece si mejor hacemos algo mañana? — Satoru tragó saliva y asintió lentamente.
— Bien, bien. — suspiró. — Recuerda los cuidados que debes tener, en una semana volvemos a hacerte un chequeo solo para verificar que sigas produciendo células sanas por ti mismo. — Suguru asintió y dio media vuelta para abrir su departamento.
Satoru volvió a tragar saliva y también dio media vuelta para entrar al suyo. Se sentía un poco mal, Satoru entendía que era el día de salida del hospital de Suguru y que por eso su mente estuviese en otros lados, pero, por un momento, Satoru pensó que este año su cumpleaños sería diferente.
Era 7 de diciembre y absolutamente nadie había recordado que era su cumpleaños.
El albino miró con el rabillo del ojo hacia donde estaba Suguru, pero este ya había entrado a su departamento.
Desganado, volvió a mirar al frente y suspiró abriendo la puerta de su departamento.
— ¡SORPRESA! — gritó Umiko haciendo que Satoru la mirara asustado.
El albino sentía que se iba a desmayar.
Todo su departamento estaba lleno de globos, brillantinas y logró ver en su mesa un pastel con un par de velas que aún no estaban encendidas.
— ¿Eh? — Satoru no terminó de reaccionar cuando la mano de Suguru se dejó caer en su cintura.
— Feliz cumpleaños, Satoru. — susurro Suguru haciendo que el albino volteara a verlo. Sus ojos estaban llenos de lágrimas. — ¿Eh? ¿Por qué lloras?
Satoru no dijo nada, solo abrazó a Suguru rompiendo en llanto asustando un poco a Umiko. Mahito salía de la cocina de Satoru con un par de galletas horneadas y también se confundió cuando Satoru solo lloraba.
— Oye, ¿qué le pasa a este? — dijo haciendo que Satoru sorbiera su nariz y se alejara un poco de Suguru.
— Yo... yo creí... — pasó sus manos por sus ojos intentando librarlos de lágrimas. — Creí que no te acordabas. — Suguru sonrió.
— Esa es la idea, si no, ya no iba a ser una sorpresa. — Satoru hizo puchero.
— Feliz cumpleaños, Satoru. — dijo Umiko corriendo a abrazar al albino.
— Vaya, llegué tarde. — Shoko apareció tras los chicos con una botella de champaña. — Quería darle la sorpresa también yo.
— Vengan, Vengan, tomemos una foto de esto. — dijo Mahito haciendo una señal para que se acercaran.
Suguru entró al departamento junto con Shoko y se acercaron a la mesa donde estaban las decoraciones.
Los ojos de Satoru parecían no darle chance de que se calmara. Las lágrimas acumuladas le nublaban la vista y sus pies se rehusaban a dar un solo paso. ¿Qué tal si era un sueño y algún movimiento lo estropeaba?
Satoru había pasado por este día un montón de veces, no recordaba cuál había sido la última ocasión en la que había comido pastel en su cumpleaños o la primera vez en la que lloró en su cumpleaños.
Un cumpleaños, ¿que tenía de especial esa fecha cuando siempre estabas solo?— Hey, Satoru, no te quedes ahí parado. — gritó Shoko sacando de sus pensamientos al albino.
Cuando Satoru pudo aclarar su vista, lo único que enfocaron sus ojos fue la mano de Suguru extendida hacía él para que pudiera unirse a donde estaban los demás y disfrutar de su fiesta de cumpleaños.
Después de unas dos o tres fotos, Satoru rompió en llanto nuevamente haciendo reír a Shoko.
— Anda, llorón, disfruta tu día. — gritó la chica levantando su copa llena de champaña.
— ¿Pasa algo malo? — preguntó Suguru apartando un poco a Satoru del alboroto que Mahito y Shoko estaban haciendo con una canción que no conocía para nada.
— No, solo... — Satoru limpió sus lágrimas. — Estoy un poco conmovido. — Suguru sonrió.
— ¿Tenías mucho tiempo sin una fiesta de cumpleaños? — Satoru lo miró con cara de perro regañado. Estaba intentando no volver a explotar en llanto nuevamente.
— Yo nunca había tenido una fiesta de cumpleaños. — Suguru lo miró asombrado.
— ¿De verdad? — Satoru asintió lentamente.
— Aparte, también me asusté porque no sé cómo entraron a mi casa sin mis llaves. — Suguru soltó una carcajada.
— Mahito y yo le sabemos a la calle, Satoru. — el albino sonrió y bajó la mirada.
— Gracias. — susurró ganándose una sonrisa tierna por parte de Suguru.— Mi familia nunca tuvo los recursos para cumplirme uno de estos deseos y, de verdad, valoro mucho lo que ustedes acaban de hacer. — Suguru puso la palma de su mano en la mejilla de Satoru para que este último levantara la mirada.
— Ahora nosotros somos tu familia. — los ojos de Satoru soltaron un destello que hizo sonreír a Suguru. — Lamento llegar un poco tarde a tu vida, Satoru. Estoy seguro que hubieses tenido mil fiestas como de esta si nos hubiésemos conocido antes.
— Pudiste haber llegado 5 minutos antes de que muriera... estoy seguro de que, de igual forma, te hubieses encargado de hacerme feliz. — Suguru tomó la mano del albino y le dio un pequeño beso.
— Ya me has hecho feliz a mí muchas veces haciéndome disfrutar el hecho de estar vivo, déjame devolverte las sensaciones.
no iba a escribir nada lindo estos días pq ya se les venía tragedias, pero la fecha lo amerita... FELIZ CUMPLEAÑOS A MI AMADO SATORU🎉🎊
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Cornelia Street. [SatoSugu]
Storie d'amore- ¿Qué estás haciendo? - Suguru sonreía desde donde estaba viendo a Satoru pegar algo en su puerta. - ¡Tadan! - el albino se apartó de la puerta para que Suguru podía leer lo que estaba escrito en el cartel que había pegado. - ¿Cornelia Street...