CAPÍTULO |20|

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Eres mío ahora

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Eres mío ahora.

Esas palabras se repetían constantemente en la mente de San, nunca se había sentido tan querido y adorado por una persona. Desde que tiene memoria ha sido despreciado por toda su familia, dejando de lado a su abuelo claro está, la única persona a la que podía llamarlo así.

Con Wooyoung durmiendo a su lado podía decir que estaba en el lugar correcto y con la persona correcta. Lo que tanto había deseado desde hace mucho y que por un tiempo pensó que no era merecedor de eso.

Gran parte de la noche y madrugada pasaron hablando sobre las inseguridades del mayor, sobre todo del problema por el que estaba pasando en ese momento.

Es entonces que Wooyoung se remueve a su lado soltando un quejido bajo.

─ No me dejas dormir. ─ le escucha decir.

─ Pero si no he hecho nada. ─ se queja San.

─ Puedo escuchar los engranajes de tu cerebro esta acá. ─ le responde aun si abrir los ojos. ─ Duérmete, mañana buscaremos una manera de arreglar eso ¿bien? Bien. Ahora duerme.

Una pequeña sonrisa se dibuja en los labios de San ante lo dicho por su pareja.

─ Te sigo sintiendo. ─ lo escucha otra vez. ─ Sannie hyung...

Los labios del mayor se apoderan con fuerza de la boca del menor, las palabras llenas de ternura y coqueteo habían despertado en San el más profundo deseo de callarlo a besos y dejar su boca roja y desgastada por tantas mordidas que hacía, y si Wooyoung seguía soltando esos quejidos bajitos era posible que las cosas fueran un poco más allá, pero debía controlarse ¿verdad?

Aun no era momento.

─ San. ─ gimotea cuando este se separa. ─ Más...

─ Es hora de dormir. ─ susurra sobre los labios del menor, alejándose cada tanto cuando lo veía acercarse más a su boca. ─ Es lo que querías ¿no? Dormir.

─ Eres un hijo de...

La boca de San lo vuelve a callar besándolo otra vez, pero con más brusquedad, y luego alejándose no sin antes dejar una mordida en el labio inferior de Wooyoung que ya se encontraba rojizo e inflamado, haciendo juego con su cabello rojo.

─ No a las malas palabras.

Lo escucha quedarse en voz baja para luego verlo darle la espalda. San se ríe sintiendo un cosquilleo cálido en su pecho.

─ Vamos, no te enojes, vas a parecerte a ese muñequito de fuego que sale en la película...

─ ¿Me estás comparando con un dibujo animado? ─ gruñe el menor.

─ Te sale hasta igual. ─ ríe cuando el menor empieza a golearlo con el codo sin darse la vuelta. ─ Okey, déjalo pelirrojo. Tú eres más bonito.

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