CAPÍTULO |21|

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─ Despierta

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─ Despierta. ─ es lo que escucha antes de que algo blando golpee su cabeza. ─ Papá está preparando el desayuno.

San se mueve sobre la suave cama antes de soltar un quejido.

─ Bonita forma de despertarme.

─ Así demuestro mi cariño. ─ dice el menor mientras camina por toda la habitación buscando quien sabe qué. ─ Muévete.

─ Si así lo demuestras prefiero que no lo hagas conmigo.

La risita del menor lo hace sonreír. Ese bonito sonido podría escucharlo por horas y no cansarse de él.

Unas suaves manos se apoderan de sus mejillas abultando sus labios para luego sentir una presión en su boca, seguido de una lengua invadiendo su boca dejándolo sin respiración cuando lo siente alejarse.

─ Eso si son buenos días. ─ su voz ronca y respiración agitada aceleran el corazón de Wooyoung.

─ Vamos. ─ el menor toma sus manos intentando levantarlo. ─ San.

─ Espera, estoy drogado.

─ ¿Qué?

─ Tus labios son una maldita droga para mí, estoy a punto de hacerme adicto.

Las mejillas de Wooyoung se ruborizan en un instante, no era posible que unas palabras de San pudieran ponerlo así. Había recibido tantos cumplidos, pero ni uno había provocado lo que el mayor.

─ Me voy.

Su intento por escapar se ve interrumpido cuando San lo agarra de la cintura y lo tira junto a su cuerpo.

─ Mi rojito. ─ acaricia el cuello de menor con la punta de su nariz inundándose del rico aroma que posee. ─ Hueles delicioso.

─ Déjame.

─ ¿Dónde está mi pequeño atrevido? ─ pregunta mientras sus manos se posan en los firmes muslos del menor acariciando con suavidad y sintiéndolo estremecerse sobre su regazo. ─ ¿Te gusta?

Wooyoung sin poder emitir palabras asiente como puede, las caricias de San podían alejarlo de la realidad en cuestión de segundos y eso no era bueno, porque le estaba dando la oportunidad de distraerlo cada que el mayor quisiera.

─ San. ─ un pequeño gemido se escapa de sus labios cuando la mano del mayor se acerca a ese lugar que tan necesitado estaba.

─ ¿Sí?

─ Yo...no...

─ Choi, espero que no tengas tus sucias manos encima de mi hijo porque te las corto cuando te vea. ─ la advertencia del padre de Wooyoung los asusta, provocando que por accidente el menor resbalara del regazo de San cayendo al piso. ─ ¿Que carajos pasó?

─ Wooyoung se cayó de la cama. ─ intenta no reírse mientras lo ayuda a levantarse.

─ Dos minutos, solo dos, y los quiero en el comedor.

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