Capítulo I

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Caminar por las calles de Madrid, sin tener la mirada fija en una misma era otro rollo.

Desde que nací tuve la mirada fija siempre en mí. ¿La razón? Mis ojos.

De normal eran de color miel y enormes, pero había veces que cambiaban a amarillo.

Mis padres siempre sospecharon de que tuviera super poderes, pero no lo confirmamos hasta hace medianamente poco.

Mi madre Pilar, o más bien Pili, era diseñadora de moda, tenía su propia marca de ropa y le iba muy bien. En cambio mi padre, Pedro, era Chef, tenía su propio restaurante en una de las mejores zonas de Elche. Mi hermana pequeña Irene, era modelo.

Y bueno, yo... Yo era Alba, Alba Martínez. Estudiante de Bellas Artes, o más bien, ex estudiante de bellas artes.

Mis familia era normal, y como siempre, yo era la oveja negra de la familia, la "Bicho Raro".

Cuando cumplí los 4 años, tuve mi primer cambio, eran las 3:20 de la mañana, cuando me desperté con ganas de vomitar, me encontraba mareada.

Me levanté de la cama y me dirigí hasta el cuarto de mis padres, donde dormían plácidamente.

-Mamá, quiero gomitar. -Dije Adentrándome por la habitación-.

Recuerdo como mi madre se incorporó en la cama y me miró con temor.

-Pedro. -Llamó a mi padre con voz temblorosa-.

Mi padre se incorporó y grito.

-¡No la mires Pilar! ¡FUERA DE AQUÍ! -Me gritó-.

Yo me asusté y corrí al baño, donde terminé vomitando hasta el alma. No entendía la reacción de ellos, hasta que me acerqué al lavabo para cepillarme los dientes y pude verme en el espejo, o más bien, mis ojos, ya que no había ni encendido la luz.

Dos orbes amarillas se reflejaron en el espejo.

Lo siguiente que recuerdo fue despertar en el hospital atada de brazos y piernas.

Aquel fue el primer y último día que me pasó aquello, hasta hace un par de semanas.

Eyes Colors 「Albalia」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora