El sonido de un automóvil avanzando a toda velocidad.
Su bufanda envuelta alrededor del cuello de Samantha.
Ojos cafés claros y una sonrisa triste.
La sensación de urgencia mientras se arrojaba hacia adelante sin saber si llegaría a tiempo.
Los ojos de Abril se abrieron de golpe.
Estaba respirando con dificultad, una sensación de pánico en el pecho. Fue solo un mal sueño. Samantha estaba a salvo, acurrucada junto a ella en la cama. El monitor de frecuencia cardíaca estaba sonando rápido mientras Abril intentaba calmarse. Todo estaba bien.
Ella cerró los ojos, tratando de calmar su respiración y ritmo cardíaco. Exhalando lentamente, Abril abrió los ojos y miró hacia el techo. Sus anteojos todavía estaban en su rostro, se habían quedado dormidas escuchando el suave ritmo de Samantha leyendo en voz alta.
Giró la cabeza tanto como pudo con el collarín, tratando de no empujar demasiado la cama para no despertar a Samantha. Era la primera noche de sueño que había tenido en días. Su cabeza descansaba a lado el hombro de Abril, sus ojos se movían de un lado a otro debajo de los párpados cerrados. Un pequeño fruncido entre sus cejas era lo único que estropeaba su rostro tranquilo.
Abril no estaba segura de cuánto tiempo permaneció allí, escuchando las lentas respiraciones de Samantha y sintiendo el suave ascenso y caída de su pecho presionando contra el costado de Abril. La morfina recorrió su cuerpo, adormeciendo el dolor y haciéndola sentir somnolienta. Todo estaba en silencio mientras Abril yacía allí, pensando las cosas.
Fue sacada de sus pensamientos por el sonido de la respiración de Samantha acelerándose. Sus cejas estaban juntas y un gruñido bajo pasó por sus labios. Ella también estaba teniendo un mal sueño. Abril intentó levantar el brazo para despertar a Samantha, pero la morfina hizo que su cuerpo se sintiera suelto y su brazo era demasiado pesado para levantarlo. Un gorgoteo silencioso sonó en el fondo de la garganta de Abril, no lo suficientemente fuerte como para despertar a Samantha.
-¡NO! -el grito asustado salió de la boca de Samantha mientras se levantaba en la cama. Girándose para mirar a Abril, se relajó visiblemente. Sus ojos tenían reflejos de temor, su pecho subía y bajaba al ritmo de su respiración agitada. Se pasó los dedos por el pelo y se lo quitó de la cara mientras jadeaba por aire. Una vez que se hubo calmado, rozó suavemente las yemas de sus dedos a lo largo del costado de la cara de Abril.
-Soñé que morías en mis brazos. -sollozó en voz baja, mirando la cara de Abril como si no pudiera creer que realmente estuviera aquí. Abril hizo un pequeño sonido de indignación, a ella no le gustaba el hecho de que Samantha también tenía pesadillas.
Acomodándose sobre las almohadas, Samantha se acurrucó junto a Abril, relajándose al sentir el calor de ella a su lado. En este momento, deseaba poder sentir los brazos de Abril envolviéndola, haciéndola sentir segura. Pero fue suficiente saber que ella estaba allí.
Se acomodaron al lado de la otra en silencio, consoladas por el hecho de que no estaban solas, hasta que el enfermero entró en sus rondas. Era la hora del desayuno, y para Abril eso significaba una papilla acuosa que podía gotear a través de los huecos en los cables. Samantha insistió en alimentarla ella misma, y el enfermero se fue, informándoles que volvería más tarde para ver cómo estaba Abril.
Samantha y Abril miraron hacía la puerta cuando se abrió y Diana asomó la cabeza. Sonrió a las dos chicas, obteniendo una sonrisa brillante de Samantha y lo que parecía una mueca de Abril.
-Hola cariño, ¿cómo te sientes? -dijo Diana, caminando hacía la cama y besando la frente de Abril. Ella se inclinó aún más hacía adelante, colocando un beso en la frente de Samantha también. Abril intentó sonreír de nuevo, haciéndole saber a Samantha que se sentía bien- Te ves cansada, cielo. -le dijo a Samantha, frotando su pulgar por uno de los pómulos de la semirubia, justo debajo de las ojeras debajo de sus ojos.
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Señas | Rivari
FanfictionCuando Abril tenía 12 años sufrió un accidente automovilístico en el que lamentablemente fallecieron sus padres. Desde ese día no habia dicho una palabra. Trabajando como bibliotecaria en Seattle, Abril conoce a Samantha Rivera, y por mucho que quie...