Capítulo 22

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La primera semana en casa fue agotadora para las dos.

Samantha hizo todo lo posible para asegurarse de que Abril estuviera cómoda en todo momento, y era demasiado terca para aceptar ayuda, excepto de Amairani. Ella insistió en que podía hacer todo sola. Y así lo hizo.

Amairani llegó a la hora del almuerzo y les trajo café y donas.

Al final de la semana se habían acostumbrado a una rutina, finalmente encontraban su ritmo. Nunca pelearon, pero durante esa semana, los ánimos estallaron en ambos lados. No por enojo a la otra, sino a si mismas, por no poder hacer las cosas correctamente.

Abril se enojaba porque no podía caminar, no podía ir al baño sola, no podía vestire sola. Todas las pequeñas cosas que siempre hacía en su vida diaria.

Samantha se frustraba por miedo no a poder llevar a Abril al baño correctamente; preocupada de que la estuviera lastimando mientras medio la acercaba hacía el baño. Se enojaba cuando Abril sufría, culpándose por ello.

Mientras le habían quitado los clavos y se habían curado sus huesos, todavía había mucho dolor. Tardaría un tiempo en desaparecer. Ella hizo todo lo posible para no mostrarlo, sabía cuanto le preocupaba a Samantha, pero a veces le dolía todo el cuerpo. Excepto por sus piernas, era como si ni siquiera estuvieran allí. Por la noche, se quedaba despierta observando a Samantha dormir hasta que la medicación para el dolor hacía efecto y podía quedarse dormida.

El primer viernes en casa, Filis insistió en una noche de juegos. Había pasado demasiado tiempo desde que todos habían estado juntos y discutían sobre quién estaba garando en el monopolio. Especialmente desde que Samantha se había ido por un tiempo, y ella era el objetivo principal para que todos se unieran.

Amairani y Molly llegaron primero, llevando media docena de juegos de mesa cada uno mientras entraban. El único juego que Samantha tenía en su departamento era el ajedrez, porque era uno de los pocos juegos que se podían jugar estando sola.

-Hola ustedes dos. -Amairani sonrió mientras caminaba hacia los sofás. Ella y Molly dejaron los juegos en la mesa de café y le dieron un abrazo a Abril, le sonrieron a Samantha, sabiendo cómo se sentía con los abrazos- Filis va a traer la pizza en el camino de su trabajo. -dijo Amairani, poniéndose cómoda.

-¿Quieren algo de tomar? -preguntó Samantha, levantándose y caminando hacia la cocina- Tengo vino, y tengo cerveza de la que les gusta. -dijo por encima del hombro mientras sacaba una botella de vino.

-¿He mencionado cuánto me gusta tu apartamento? -Molly preguntó, caminando hacía la cocina para tomar una cerveza.

-Como mil veces. -gritó Abril, dejó escapar una risa ahogada mientras intentaba aclararse la garganta.

Amairani le sonrió a su hermana, su rostro lleno de asombro. Eran hermanas en todos los sentidos de la palabra, habían sido familiares durante trece años, pero ella nunca había escuchado una sola palabra ni se habia reído de Abril en ese momento. En los últimos dos meses, cuando Abril comenzó a pronunciar lentamente sílabas completas, Amairani se lleno de asombro. Pues su pequeña hermana podía hablar.

Su voz todavía era aspera, y Samantha todavía la ayudaba con sus ejercicios vocales todas las noches, pero la voz de Abril le quedaba bien. Era burbujeante y excitante, se adaptaba perfectamente a su personalidad optimista. Cada vez que hablaba, todos se detenían a escuchar, apreciando el sonido de cada palabra.

-¿Ama? -llamó Samantha, sosteniendo la botella de cerveza.

-Ugh... si gracias. -gruñó Amairani- Ha sido una semana difícil.

Samantha sacó el corcho y sirvió una copa grande de vino, ella sabía lo difícil que había sido esta semana. También compró una lata de refresco para Abril, ya que, no podía mezclar alcohol con sus analgésicos. Llevando las bebidas, se sentó junto a Amairani y sorbió su copa de vino.

Señas | RivariDonde viven las historias. Descúbrelo ahora