Capítulo 23

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Pasaron las semanas.

Asistieron a sus sesiones de terapia una vez por semana y a la fisioterapia de Abril dos veces por semana. Samantha volvió a trabajar a regañadientes ante la insistencia de Abril, pasando el menor tiempo en la oficina.

A medida que pasaba más tiempo Abril sin sentir sensación en las piernas, se volvió cada vez menos optimista, intentó enmascarar una sonrisa en su rostro y una falsa positividad por el bien de Samantha, lenta pero segura, su esperanza de volver a caminar estaba disminuyendo.

A pesar de su falsa positividad y el progreso que lograron en la terapia, las cosas aún eran difíciles. Discutieron cuando Abril se frustró consigo misma y Samantha intentó calmarla. Abril gritaba, dejando escapar trece años de ira y frustración que había guardado en silencio muy dentro de ella.

Todavía hablaba mucho con sus manos, un hábito que aún no había tenido tiempo de romper.

Samantha la dejaría desahogarse, sabiendo lo importante que era para Abril poder expresarse en voz alta. No importa cuan frustrada se sintiera, nunca intentaría silenciar a Abril, sabiendo de primera mano lo que era ver su lucha por estar en silencio.

Sin embargo, incluso cuando peleaban, no duraba mucho. Nunca se iban a la cama enojadas, y se disculpaban mientras se acurrucaban en la cama, razonaban entre ellas y trabajaban en su frustración.

Sin embargo, no todo fue malo. Las pesadillas de Samantha se detuvieron y ella aprendió a dejar de lado su culpa, Abril se relajo más cuando Samantha se empezaba a cuidar mejor, tambien dejó de tratarla como si fuera frágil. La terapia les había ayudado mucho, se reían más y las cicatrices que contenían dentro se curaron. Abril salía de la casa con más frecuencia, por otras cosas que no fueran terapia y asesoramiento, pasaban más tiempo en pareja.

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Era jueves y Samantha estaba en la oficina.

Se había ido a casa a la hora del almuerzo para ver cómo estaba Abril, le había llevado un sandwich y algunas flores. A este ritmo, se sorprendió de que el florista tuviera algunas plumerias restantes, Amairani ya estaba allí, con su propio almuerzo. Todas habían comido juntas, charlando sobre su mañana mientras se sentaban alrededor de la mesa de Samantha.

Cuando Samantha se fue, Abril había estado bien, sentada frente al televisor con un libro y su café, Amairani se sentó al lado de Abril, pasando los canales. Samantha se había despedido de Abril con un beso, prometiendo llevar un curry camino a casa desde el trabajo.

Escribiendo en su teclado, Samantha fue interrumpida por su teléfono vibrando. El nombre de Abril luminó la pantalla y Samantha sonrió mientras respondía. Le encantaba poder escuchar la voz de Abril mientras estaba en el trabajo, ella no había tenido la libertad de esto antes.

-Hola cariño -dijo Samantha tan pronto como la llamada se conectó.

Su felicidad rápidamente se convirtió en pánico cuando escuchó los sollozos de Abril al otro lado Samantha se levantó de su asiento.

-Abril, ¿Qué pasa? -Samantha entró en pánico, luchando por encontrar su abrigo y su bolso.

-Sólo estaba tratando de bañarme. -los sollozos de Abril pasaron por el otro extremo- No puedo levantarme.

El corazón de Samantha saltó a su garganta cuando salió de su oficina y se dirigió directamente al elevador, presionando el botón de la planta baja. Podía escuchar la de respiración de Abril mientras lloraba, se escuchaba que trataba de contener las lágrimas.

-Estoy en camino, no entres en pánico, ya voy. -dijo Samantha, con la voz temblorosa mientras ella misma entraba en pánico.

Su conductor ya estaba esperando afuera, Lety llamó por teléfono y se lo hizo saber en el tiempo que le tomó a Samantha llegar a la planta baja. Se apresuro a salir del edificio y lo rechazó mientras él intentaba abrirle la puerta.

Señas | RivariDonde viven las historias. Descúbrelo ahora