No quiero perderte

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Pasaron 3 días en los que me quedé encerrada en mi cuarto sin abrirle a nadie solo escuchaba a mis padres y a Eddie tocar la puerta, hasta que mi papá abrió la puerta con la llave que tenía.

—No puedes seguir así Dulce.

—Déjame— gruñí.

—No— jalo las sábanas con las que me cubría.

—¿No entiendes? ¡QUIERO ESTAR SOLA!

—Pero no lo estás, me tienes a mí, tienes a tu madre y tienes a Eddie que hemos estado aquí muy preocupados por ti.

—¡USTEDES NO ENTIENDEN!— grite cada vez más frustrada.

—Entendemos más de lo que piensas, ¿crees que no nos duele? ¡Juan y Alicia eran mis amigos carajo!— pude ver como los ojos de papá se llenaban de lágrimas. —Me duele perderlos y me duele aún más estarte perdiendo a ti— se acercó y me acarició la mejilla. —Por favor mi niña por favor, no quiero perderte a ti también, dime ¿cómo te ayudo?— las lágrimas rodaban por sus mejillas.

—¡Papá!— me lance a sus brazos.

—Aquí estoy mi niña, aquí estoy— me abrazaba con fuerza y acariciaba mi espalda.

Me quedé ahí en los brazos de mi padre llorando. Después de un rato cuando sintió que había dejado de llorar se separó de mí para poder verme.

—Mi niña.

—¿Me das un momento a solas? por favor.

—Claro cariño, espero que puedas bajar a cenar con nosotros— dijo limpiando los rastros de lágrimas que quedaban en mis mejillas.

Le di una pequeña sonrisa y salió de mi habitación.

Estaba sentada en mi cuarto pensando en todo. En Ari, lo que había pasado, mis padres, Harvard y Eddie. Me dolía tanto lo que había pasado pero papá tenía razón los tenía a ellos a mi lado y no podía abandonarme de la forma que lo había estado haciendo.

Me puse de pie, tomé unas cosas de mi habitación y salí a darme una ducha. Deje que el agua se llevara un poco del dolor que sentía, un poco del peso que sentía en mis hombros.

Cuando iba bajando las escaleras pude escuchar un poco de la conversación de mis padres.

—¿Crees que baje?

—No estoy seguro pero de ser necesario la arrastraré hasta la mesa.

—Tengo miedo por ella Gabo, todo lo que paso es demasiado.

—Estará bien Isa, cuidaremos de ella hasta que encuentre la fuerza que necesita para salir adelante.

—Me duele no poder hacer nada por ella— sollozo mi mamá.

—Pero si has hecho mucho— dije cuando entré a la cocina y ambos voltearon a verme. —Mamá has hecho más de lo que piensas, que estés aquí es todo lo que necesito, de ambos— sorbí un poco la nariz y me acerqué para abrazarlos.

—Mi niña, te amo tanto— besaba mi cabeza mientras lo repetía.

—Y yo a ustedes.

—¿Estas mejor?— asentí mientras limpiaba mis lágrimas. —Bien— pellizco un poco mi barbilla. —Ahora a comer que te me estas quedando en los huesos— los tres reimos un poco.

Después de cenar mis padres insistieron en que durmiera con ellos. No puse objeción, necesitaba sentirme segura en los brazos de 2 de las personas que más me amaban en este mundo.

Al día siguiente me levanté y me arreglé para ir a la escuela. Tenía que seguir con mi vida esperando que el dolor que sentía fuera menos.

Mamá insistió en llevarme a la escuela después de desayunar en familia. Estaciono el auto y se giró a verme.

Justo sobre el pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora