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El tiempo que demora en sanar un corazón roto es incalculable, por que la medida del dolor es diferente para todos.

Era ilógico que el corazón de serena estuviera sano de un día a otro, pero agradecía el hecho de haber llegado a un lugar seguro, donde la recibieron de la mejor manera aún sin conocerla bien y eso hacía a su corazón sentir algo de paz y calidez.

Igual se preguntaba cómo estarían las cosas en Tokio, ¿la estarán hechando de menos?. Probablemente no, es más, ella podía jurar sobre una biblia que estaban aliviadas de no contar con su fastidiosa presencia, quizá Darién, estaría preocupado, tenía múltiples llamadas y mensajes de él, desde que activo en su móvil el roaming internacional este había llamado y dejado varios mensajes.

Mismos que se rehusaba a leer o contestar. Estaba pensando seriamente contactar una operadora del país y comprar una nueva línea, hasta que se sintiera lista para enfrentar lo que se estaba convirtiendo en su pasado.

Debería pedirle el favor a uno de los chicos pues no todos hablaban inglés y el griego sí que era complicado, le tomaría su tiempo aprender el idioma, ella esperaba lograrlo.

Suspiró soltando la tensión que le causaba rendirse ante la preocupación que estaba tratando de dejar atrás, sus padres se habían enojado al punto de renegar de ella como hija la última vez que habló con ellos, le dolió todo de esa conversación, hasta la parte donde le decían que los había avergonzado frente al gran hombre que era su ex prometido.

¿Cuánto tiempo llevaba al lado de Darien?. Lo conoció a los catorce años, y aunque en su pensamiento infantil decía que lo odiaba, realmente se enamoró a primera vista, aunque este le colocaba apodos como "cabeza de chorlito" y otros más, ella se esforzó para que esté la amara, hasta que el destino los unió cruelmente en un "destino salvador", decidieron seguir este y amarse.

O por lo menos ella lo hizo.

Entonces llevaba siete años aproximadamente al rededor del hombre de cabellos negros; maduró a su lado, o eso creía ella, por que trágicamente se dio cuenta que no era amada como ella pensaba y jamás fue vista como una mujer de verdad frente a los que con los años se habían convertido en su familia.

Volvió a suspirar, un suspiro no era suficiente para liberar su alma atormentada y hubiera seguido haciéndolo si Michiru no hubiese tocado la puerta entre abierta y entrado con una charola y un té para la rubia.

-¿puedo pasar?- ambas rieron por que la chica de cabellos verde agua ya estaba dentro. -perdón, algo me dijo que necesitabas un té de lavanda y me encanta seguir mi intuición.

La rubia sonrió. -no, solo estoy buscando algo que ponerme esta noche, supongo que Seiya los invitó al lugar donde va a cantar esta noche.

-asi es- Michiru se sentó en el colchón frente a la rubia y le entregó el té que había traído para ella. -salimos a las nueve, prepárate para volver al amanecer y pasada de copas.

Los ojos de serena se ampliaron considerablemente en sorpresa, Michiru no dijo nada salido del foco para personas jóvenes normales como ellos, pero la verdad es que ella aún no había hecho muchas cosas de jóvenes normales.

-está bien-. Respondió con las mejillas sonrojadas, no quería confesar que nunca había probado el alcohol o que aunque era bailarina a su ex prometido no le gustaba bailar o ir a bares, además que siempre estaba de turno.

Quizá no iba con ella, llegó a esa dura conclusión.

-deberías colocarte esto-  Michiru tomó en sus manos un vestido color rosa con pequeñas flores rojas, bastante sencillo, pero delicado, era un strapless con tirantes delgados que se ataban en los hombros y se juntaba con otros tirantes que salían del centro del pecho, ceñido a la cintura pero de dos capas holgadas abajo, corto y simple, pero que en la rubia debería verse hermoso.

-Gracias Michiru- serena lo tomó en sus manos y lo observó unos segundos, lo tenia hace tiempo pero no se lo había puesto, estaba buscando una ocasión especial para ello, ahora entendía que cada momento era una ocasión especial, así que lo usaría hoy.

Michiru se levantó dispuesta para salir de la habitación pero su nombre en los labios de serena la hicieron voltear a observarla mientras esta hablaba.

-Gracias por todo Michiru, estar aquí significa mucho, por no decir todo para mi-. Si algo caracterizaba a la rubia era su sinceridad y capacidad de amar, no en vano era la princesa de la luna.

-¿sabes?- Michiru respondió amable, con un tono de voz apacible. -tengo un don peculiar, y es que sueño muchas cosas antes de que pasen, entonces soñé contigo, y solo sigo mi intuición, eres bienvenida a este lugar y quiero que sepas que todo lo que hacemos aquí, es con toda la sinceridad posible, todos tenemos un pasado, heridas que sanar, pero si compartes el peso con otras personas la carga será más ligera.

Los ojos azules de serena se tornaron brillantes frente a esas palabras, ¿cuánto había querido recibir ese tipo de apoyo?. Ella intentaría confiar, aunque no se trataba tanto de confiar en los demás, si no en ella, en sentirse suficiente para las personas que la rodeaban.

-todo estará bien, no te preocupes- Michiru salió de la habitación dejando a serena con un montón de sentimientos encontrados y con un mundo frente a ella que antes desconocía.

Nunca había tenido mucho tiempo para socializar con las demás personas, ni si quiera sus compañeros de estudios, desde que se convirtió en sailor moon, todo eso había cambiado y se limitaba a su círculo que consideraba sus mejores amigas, y Darién.

Se tomó el té y este la ayudó a tomar una siesta, cuando despertó cenó algo ligero y se alistó para salir con esas personas que le brindaban su amistad.

Bajó las escaleras, todos estaban reunidos en su común ruido, eran algo escandalosos pero a serena no le molestaba, por el contrario le hacía feliz verlos felices.

Se había puesto el vestido que Michiru le había aconsejado, con unas sandalias bajas, las trenzas que ya traía y un maquillaje suave, serena era bastante sencilla pero eso la hacía más hermosa.

Se reunió con los demás y miró al rededor, faltaba alguien y no dudó en preguntar por él. -¿donde está seiya?.

-está afuera fumando un cigarro; esto de cantar siempre lo pone algo nervioso- Haruka fue la que le respondió y ella caminó a la salida de la gran casa encontrándose con la espalda y los cabellos largos de seiya recogidos en una cola alta, su corazón dio un solo latido que la hizo llevarse la mano al pecho, pero siguió avanzando hacia el hombre que se giró ante la presencia.

-¿sabias que las personas tienen un olor particular que los hace únicos?, rápidamente pude sentir que hueles a jazmín o algo parecido, y no es tu perfume, eres tú- seiya sonrió ante la cara de Serena, ella se había quedado en silencio ante tan profundas palabras.

-yo que te iba a decir que fumar es malo para la salud- ambos sonrieron y terminaron de acercarse.

-de algo moriremos ¿no crees? Además que esto me relaja, no siempre tengo un público tan importante como hoy- seiya respondió tranquilo.

-algo de razón tienes morir es la meta, además que eres adulto, me preocupa más el hecho de que quiero saber cual es tu aroma natural.

-no te preocupes por ello, lo sabrás pronto- el pelinegro acomodó algo de los cabellos del flequillo de la rubia tras su oreja. -déjame decirte que estás hermosa esta noche.

La cara de serena se encendió ante el halago, ¡hasta se puso algo nerviosa!, gracias a la luna los demás salieron al encuentro reuniéndose al fin e ir al lugar donde la noche sería muy alegre.

Seiya ya había decidido y aceptado que le gustaba Serena, mucho y de muchas maneras, algo como amor a primera vista y no la dejaría escapar.

Serena no sabía lo que sentía pero quería vivir muchas experiencias con todas estas personas hermosas y Seiya.

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