Querido diario. Si alguna vez he dudado en mi vida que soy capaz de comer hasta reventar, de seguro ayer estaba convencida de que sí sucedería.
El fin de semana fue como predije, llegamos el viernes y conocí la nieve. Luego de eso no salí más de la habitación hasta hoy temprano que regresamos.
Megan es un amor, me quiere demasiado y me consciente, pero también puede ser exigente y se deja llevar demasiado cuando se emociona por lo mucho que puedo comer. En este fin de semana literalmente comí hasta el punto en que creí que mi panza se iba a abrir.
El viernes que llegamos comí como nunca antes en toda mi vida, para la tarde ya tenía mi vientre como una bola enorme y dura. Tuvimos sexo varias veces, y luego del sexo Megan ordenaba más comida a la habitación. Me decía que era solo por si se me antojaba algo, una vez que lo traían comenzaba a darme cucharadas poco a poco y todo terminaba dentro de mí, con mi barriga un poco más hinchada que antes. Para el final del viernes me sentía como si fuera un depósito de comida.
El sábado hizo una lista de 20 platillos, la idea era que yo pudiera comer hasta donde logrará de la lista. El platillo número 20 lo acabé casi a la una de la mañana del domingo. Sentía que todo dentro de mi quería salir. La habitación tenía un espejo en el techo justo encima de la cama, así que cada vez que me acostaba boca arriba podía observar la bola enorme en que se había convertido mi vientre durante este fin de semana.
El domingo Megan me propuso jugar con cuerdas, no voy a mentir, fue sexy sentirme amarrada y obligada a comer. Pero para la tarde del domingo, luego muchos platos, sentía que me iba a reventar. Se lo dije y entonces bajó el ritmo. Me desató y tuvimos sexo de nuevo, esta vez ni siquiera fui capaz de satisfacerla. Solo me acosté y la dejé hacer todo el trabajo, era incapaz de moverme. Tuve miedo durante un momento, pero admito que se siente tan bien que me acaricie cuando estoy así. Podía sentir como sus manos apretaban mi piel, en el espejo mi propio ombligo apretado me hipnotizaba. Y las nuevas estrías que se me hicieron este fin de semana eran la prueba de lo repleta que estaba. Y para rematar, una torta enorme de cumpleaños!
Fue hermoso en todos los sentidos. Tanto que hice mi mejor esfuerzo por comer más durante la noche, a pesar del hipo que tenía y lo difícil que se me hacía respirar, acabé desecha anoche, Megan me abrazó la panza y estuvo diciéndome lo hermosa y única que soy. La amo.
Hoy estoy tratando aún de digerir comida, no he comido prácticamente nada, pero escucho todo mi interior moverse constantemente, un pequeño precio junto a las estrías de mi vientre, pero lo he disfrutado demasiado y se que Megan también, ella lo merece todo.
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El diario de Katherine
General FictionUna historia de un amor mortal. Un romance soñado para Katherine qué la llevará hasta sus límites por satisfacer a su pareja. Cada entrada relata sus días al lado de su amada y su peculiar gusto, así como sus esfuerzos qué realiza por satisfacer los...