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𝐉𝐮𝐚𝐧𝐚
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Me estoy preparando el quinto fernet de la noche, la casa está estaba explotaba de gente, tanto que ya me agobiaba un poco, el alcohol, el calor, todo.

No se que movimiento de mierda hice que se terminó cayendo mi anillo por cualquier lado, un anillo que me había regalado Enzo.

— ay no. —mire mi mano entrando en pánico.—, Ay nono, no.

Empecé a buscarlo pero no lo veía, me agaché y todo pero nada, me arrodillé para fijarme abajo de la mesada pero tampoco estaba. El anillo era muy importante para mí, me va a agarrar algo.

Gateo mientras seguía buscando el anillo de mierda, todo estaban en la suya, nadie iba a entrar justo en el momento que yo estaba así, o eso creía hasta que mis manos tocaron unos pieses, y tuve que levantar mi vista.

— ah bueno. —se ríe Langoni de brazos cruzados.—, ¿que se te perdió?

— salí, estoy buscando algo. —me senté en el piso suspirando.—, ¡mi anillo!

— ¿este anillo? —me lo muestra y yo me levanté rápido... pero me mareé.—, Para boluda, te vas a caer.

— no me toques vos. —le saque la mano cuando me quiso agarrar.—, Dame el anillo, es importante.

— estás re en pedo vos. —se sigue riendo.—, El anillo estaba en la puerta.

— ¿me lo das? Por favor. —le extendí mi mano.

— puede ser. —sonríe de lado.—, ¿Qué me das a cambio vos?

— una piña, dame el anillo. —me acerqué a él.—, Dame el anillo.

Nuestras respiraciones habían quedado chocando, mis manos quedaron en sus hombros y sin querer me había quedado mirando sus ojos, que lindos... o yo estaba muy en pedo.

— ¿no te querés ir a acostar? —me agarra la mano con cuidado.

— no, yo voy a seguir tomando con mis amigas. —me solté de su agarré.—, Pero dame el anillo primero.

— ¿tan importante es el anillo? —arquea una ceja divertido, mientras lo guardaba en su bolsillo.

— no te interesa si es o no importante, es mío.

— dame un beso y te lo doy. —se apoya en la pared.—, La puerta está cerrada con llave.

— ¿un beso de la nena querés? —me reí mirándolo de arriba abajo.—, Dame el anillo y déjame salir, no quiero estar cerca tuyo.

— ¿tanto te molesto que te diga nena? Si sos eso. —ríe.

— ¿si? ¿por qué estuviste conmigo entonces? Si soy una nena, pelotudo. —agarre mi fernet.—, Déjame salir al menos.

— ¿no me vas a dar un beso? —me agarra la cintura, llevándome hacía la mesada.—, No te hagas la difícil.

Se me hacía difícil tenerlo tan cerca de mi cuerpo, porque se me venían todos los recuerdos de cuando habíamos estado juntos, de las manos que ahora estaban tocando mi cintura, recorriendo todo mi cuerpo.

¿𝗰𝗼́𝗺𝗼 𝗵𝗮𝗴𝗼?| ˡᵘᶜᵃ ˡᵃⁿᵍᵒⁿⁱDonde viven las historias. Descúbrelo ahora