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𝐋𝐮𝐜𝐚
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Con una toalla sobre mi cintura salí del baño, voy directamente a mi Placard para ver que ponerme.

Buscando algún buzo me doy cuenta que había una campera de Juana, se la había olvidado una de esas tantas veces que había estado acá. La agarre y la quedé mirando, suspiré y volví a dejarla en su lugar.

— che amigo. —entra el changuito con toda la confianza.—, No tenés nada para comer, pelada tenés la heladera.

— y si estás hace una semana acá conmigo, ¿Qué esperas? —lo miré rodando los ojos.

— vos me dijiste que podía quedarme el tiempo que sea necesario. —se excusa cruzándose de brazos.—, ¿Vamos a comer algo por ahí?

— déjame que me cambié primero. —le tire un almohadón de la cama.

Una vez que Exequiel se fue de mi habitación me empecé a cambiar, me puse perfume y me arreglé un poco, no tengo la menor idea para que, pero igual.

De camino a buscar algo para comer fui viendo mis redes sociales, ya que el que manejaba era Zeballos. Me saltó una de Varela justamente, dónde estaba organizando unas cosas para la jodita de esta noche, de fondo se sentía las risas de Kala y Juana.

— ¿Vas a ir está noche, no? —me pregunta Exe.

— no sé, pasa que quede con Fiorella y no me da llevarla. —hice hombritos bloqueando el celular.

— ¿Por qué no? —cuestiona.—, Si antes la llevabas siempre.

— si, pero ahora es diferente. —suspiró y cortó el tema.—, No se si tengo ganas de verla encima, no sé, quiero estar solo.

— que raro, viniendo de vos. —ríe y estaciona.—, Vamos a comer esa permitida pizzita.

Bajamos del auto, entramos al resto-bar, pedimos una pizza con dos aguas, aunque tampoco tenía hambre, estaba bastante confundido la verdad, muy.

Después de varios minutos terminamos de almorzar, lo acompañe al chango a comprarle algunas cosas a Lola, no se que mierda quería regalarle pero estaba viendo accesorios.

Ví una cadenita que me llamó bastante la atención, era con un corazón que parecía un diamante, tenía un color raro pero era bonito, sin pensarlo lo agarré.

— ¿Se lo vas a regalar a Fiore? —me pregunta el chango.

— si amigo. —asentí yendo a pagar.

El chango se decidió por fin y los dos salimos de ahí, guarde bien la cadenita en mi bolsillo y volvimos a mi casa, bueno, yo al menos, Exequiel se fue por ahí con Lola supongo.

Ordené todo un poco porque estaba todo echo un quilombo la verdad. Después de organizar todo me tire un ratito al sillón a mirar una película, sentía un vacío en el pecho que no podía explicar cómo me sentía la verdad, era... ¿Angustia? No se.

Necesitaba dejar de pensar, dejar el tema de Juana atrás, fue solamente algo que no importó, o eso me quería hacer creer yo. O bueno, mi momento de fingir demencia se terminó cuando ví su historia.

¿𝗰𝗼́𝗺𝗼 𝗵𝗮𝗴𝗼?| ˡᵘᶜᵃ ˡᵃⁿᵍᵒⁿⁱDonde viven las historias. Descúbrelo ahora