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Juana

— no sabía que estabas devuelta por acá. —se ríe soberbió, Tiago.

— como le daba la cara para volver. —acota Antonella, una ex amiga.

me quede en blanco por el simple hecho de que Tiago estaba enfrente mio, no podía creer que lo estaba teniendo enfrente, me daba hasta miedo mirarlo, tenia muchas emociones encontradas.

— ¿por qué no se van y se dejan de joder? —viene Ale al lado mío.—, Vuelen de acá, váyanse.

— mándale saludos al colo. —me guiña el ojo Tiago.—, O a Luca... no me quedo muy en claro con quien estás.

— ¿con dos del mismo grupo te metiste? mira que tenes que ser trola eh. —habla Yoni.

— pero bien que me tirabas onda y nunca te di bola fracasado. —hablé por fin.—, Y ahora te andas haciendo el compadre de este infeliz, manga de falso.

vi la intención de Tiago de acercarse a mí, pero el
cuerpo de Ale lo impidió, un frío recorrio todo mi cuerpo, me daba terror la situación, me acordaba de los momentos de mierda que había pasado con él.

agarramos nuestras cosas y empezamos a caminar hacia casa, Ale no hablaba del tema y yo menos, yo estaba sorprendida, estaba en shock, fue fuerte verlo, tenerlo tan cerca.

entramos a la casa y yo fui directo al baño mientras hacían preguntas de porque había entrado de esa manera, había salido con una sonrisa de la casa y volví pálida y apuntó de llorar.

me senté en el inodoro tapándome la cara y dejando caer algunas lagrimas, quería superar la situación y que deje de doler, pero el tiempo pasaba y creía menos en la posibilidad de superar todo lo que me hizo.

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unos años atrás;

estoy tapandome el moretón en el ojo mientras mis manos temblaban, estaba hecha mierda, tenía el cuello lleno de marcas de sus dedos. tenía el labio lastimado y sangrando.

lloraba en silencio, porque encima si él me escuchaba iba a ser peor, iba a decirme cómo siempre que fue mi culpa, que no fue su intención.

— Juana ¿terminaste? —me pregunta mi novio.—, Dale que tengo hambre boluda.

— me voy a bañar amor, ¿sabes? —le digo tratando de no llorar más.—, Ahora pido comida cuando salga.

— abri la puerta Juana, dale. —golpea y yo no pude más, solté un sollozo.—, ¿estás llorando Juana? ¡abri!

— déjame diez minutos sola por favor. —le pido arrodillándome en el piso.—, Por favor, necesito estar sola, no doy más.

Tiago termina abriendo la puerta a la fuerza, me
empezó a gritar haciéndome preguntas estúpidas como ¿por qué lloras si no te hice nada? ¡en tu culpa! vos lo provocas, etc.

y una vez que terminó el sermón, empezaron los golpees nuevamente, la personaba que amaba me lastimaba, me hacia mal.

— para, por favor te pido que pares. —me tapo tratando de cubrirme de sus golpees.—, Basta Tiago, por favor...

¿𝗰𝗼́𝗺𝗼 𝗵𝗮𝗴𝗼?| ˡᵘᶜᵃ ˡᵃⁿᵍᵒⁿⁱDonde viven las historias. Descúbrelo ahora