1. No es tan tarde, vamos.

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         La noche fue cayendo lentamente, las farolas comenzaron a prenderse, como estrellas artificiales que intentaban mimetizarse con las reales que apenas se notaban.


Era domingo, las calles estaban casi vacías, pero había algunas personas deambulando a la luz tenue luz de la luna. Tal vez eran hombres lobos saliendo a aullar a la misma luna o vampiros que querían disfrutar de la oscuridad, también podían ser brujos esperando el tiempo indicado para hacer sus hechizos o simples humanos buscando algo qué hacer o simplemente trabajando.

Era un día muerto, por decirlo de alguna forma. Todavía faltaba una hora para cerrar la cafetería y Vernon estaba casi acostado sobre el mesón, contando los minutos, los segundos para poder ser libre e ir a descansar a casa, no soportaba estar aquí sin nada qué hacer.

Tomó su celular y comenzó a revisar la vida de los demás, donde parecían estar haciendo eso, viviendo, mientras él sentía que se quedaba estancado ahí. No era que no le gustara su trabajo, pero quería hacer más, por último, estar trabajando y no tirado haciendo nada.

Llevaba casi media hora en su celular, ya le dolía la mano, cuando la campana de la puerta sonó. Casi se le cayó el celular para guardarlo, pero alcanzó a tomarlo en el aire.

—Buenas tardes —dijo un tono más alto de lo normal.

En la puerta había un chico no muy alto, con un rostro redondo y ¿Suave? Si se podía describir de esa forma, aunque estaba lejos para confirmarlo. Estaba vestido con un abrigo azul marino y pantalones oscuros, no parecía tener frio, aunque mirando por la mampara se notaba que afuera estaba helado y oscuro.

—Buenas noches, queda mejor—dijo el chico que se acercó el mesón con una sonrisa, sus dientes brillaron.

Era la primera vez que Vernon lo veía. Normalmente a la cafetería iban "regulares", la mayoría estudiantes de la universidad cerca, de la facultad de arte. Además, recordaría aquel rostro, era peculiar. Se quedó pegado unos segundos antes de reaccionar.

—Claro —Sacudió su cabeza—. ¿Qué te puedo servir?

—Café —dijo luego de varios minutos, Vernon sonrió.

—Tenemos una gran variedad de café —Estiró su mano, apuntando el menú que estaba colgado tras de él.

Él chico sonrió avergonzado y comenzó a mirar el menú.

—Son muchas opciones —dijo volviendo su atención a Vernon—. Podría estar aquí toda la noche —Rio.

—No tengo apuro —Miró alrededor, no había nadie y dudaba que alguien más apareciera, pero su cama lo esperaba.

El chico volvió a mirar el menú mientras hacía muecas, se veía tan concentrado, que Vernon no pudo evitar quedarse mirándolo. Tenía los ojos oscuros que brillaban más de lo normal, además de tres pecas cerca de su oreja izquierda, podía formar una línea con ellas, una pequeña constelación.

—Un ice americano —dijo el chico finalmente y Vernon parpadeó, estaba trabajando ¿Que le pasaba hoy?

—¿Seguro? Hoy está para algo más cálido.

—Prefiero las cosas frías —respondió el chico con una sonrisa, ahí estaba de nuevo ese brillo.

—Como gustes.

Luego de confirmar el tamaño del café, comenzó a marca en caja para el pago y le cobró el café, mientras tomaba el vaso correspondiente.

—¿A qué nombre? —preguntó por costumbre al tiempo que notaba que obviamente no era necesario.

Bitter & Sweet (Verkwan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora