⚡ 23 ⚡

43 6 2
                                    

La energía también era decadente en ese lugar. Igual que todo, las sensaciones generadas eran escalofriantes y agobiantes, pero ninguno quiso darse por vencido, no ahora que estaban increíblemente cerca de lograrlo.

—La señal está decayendo —indicó Felix cuando ingresaron a la planta inicial.

—No podemos quedarnos sin comunicación —acentuó el mayor—. Felix, confío plenamente en ti, regresa allá afuera y mantén a tus seguidores al tanto de la situación, necesitaremos que al menos alguien sepa de nuestra ubicación.

—De acuerdo, Chan-hyung —asintió—. Estaré al tanto de sus posiciones, así que no apaguen sus GPS.

Los ocho asintieron entre ellos y Felix se regresó, siendo atentamente observado por los demás.

—Continuemos —demandó el más alto.

Su caminata siguió, entre lugares que debían ser evitados y otros tantos en estado de putrefacción que parecían iba a deshacerse con el más mínimo descuido. Siguieron el consejo del pecoso y siguieron las machas de sangre y sustancia viscosa que reposaba en los suelos. La fábrica estaba resultando condenadamente asfixiante y agobiante, incluso cuando todavía tenían el detector de energía como guía de su camino.

—Yah, todos, estamos llegando —avisó Hyunjin, señalando a su derecha.

Lo siguiente que vieron sus ojos fue alucinante, extraordinario y completamente fuera de la realidad. Ahora los siete chicos se encontraban en uno de los tantos cuartos de la planta, sus paredes húmedas eran protegidas por una clase de masa asquerosa y gelatinosa en la que resaltaba un tanto de sangre y baba. Habían tiras de esta sustancia que caía desde el techo y otras tantas que se conectaban del techo a la pared consiguiente. El olor asqueroso se impregnó en sus narices, provocando nuevamente un estado nauseabundo del que tuvieron que soportar.

El aparato que manipulaba Hyunjin se volvió loco apenas dieron un par de pasos dentro del sitio. Se miraron entre ellos y con palabras mudas se acercaron cuidadosamente, hasta evadir una barrera creada con el mismo material de dudosa procedencia.

Y entonces sucedió.

Todos vieron la misma corona de los dibujos de antes. El objeto yacía colocado sobre un repulsivo pedestal que hacía juego con el resto de la pieza. La corona tenía pequeñas tiras de metal que terminaban en círculos que se conectaban con diversos puntos del mismo cráneo. En su punto de vista, la corona tenía un diseño muy similar al de un cerebro, por lo que la instalación era meramente fácil. Rodeándola, pudieron darse cuenta de los cables que se conectaban de la corona a su misma base, unos cables tan finitos que bien podían hacerse pasar por los nervios de un cuerpo humano.

Bang Chan tomó la iniciativa y empuñó su navaja. Miró a los chicos a su alrededor y, en compañía de un conteo mudo, tomó el vuelo necesario para lograr cortar los cables de una. El mismo pelinaranja tomó la corona y la miró entre sus dedos. Ni siquiera les dio tiempo de reaccionar a su azaña porque el corto de los cables les espantó y el estruendo tenebroso logró franquear la barrera de sus audífonos, haciéndolos ponerse en guardia.

Lamentablemente, tuvieron que retractarse y se vieron obligados a salir de ahí en un santiamén. Sus pasos fueron torpes, siendo dirigidos por el temor y persiguidos arduamente por un montón de nuevas centellas.

Sentían que la vida se les iba en esa carrera. El cansancio de todo lo que habían caminado, más la tensión de sus corazonadas comenzaba a afectarles en su respiración. Querían detenerse, estaban agotados y demasiado alborotados como para mantener una buena condición física. Básicamente estaban sintiéndose como en una visita al infierno.

—¡Síganme! —indicó Hyunjin, desviándose del camino, logrando escabullirse de algunos espectros.

Con la guía del más alto, lograron rodear y perder a varios de sus persecutores. Finalmente, la luz de la entrada inicial les dio un golpe de alivio que solamente los alentó a seguir y no dejarse llevar por el hecho de que ahora solamente eran perseguidos por solamente una centella.

Doblaron la esquina de un almacén y sintieron que el alma les volvía al cuerpo cuando vieron a Felix sano y salvo, hablando por el teléfono y montado en su bicicleta.

—¡¡Hey, Felix!! ¡¡Corre, huye!!

Felix se bajó de la bicicleta, se puso de pie con dirección a dónde sus amigos. Cargó su arma con la energía de su garganta y disparó sin pensarlo, destruyendo al que mermaba la paz de aquella zona. Los chicos se levantaron del suelo, sintiéndose afortunados y aliviados de que aquella persecución terminara de buena manera. Sus ojos se dirigieron a Felix y enormes sonrisas se dibujaron especialmente para él.

Se quitaron los audífonos y la intensidad del ambiente fue menor ahora que ya no había una fuente de energía, por lo que se sintieron a salvo si no los llevaban puestos.

—Woah, que bueno es Felix-hyung —admitió el menor de todos.

—Sí que lo es —coincidió Han.

—¿Están bien?, ¿qué ocurrió?

—Estamos bien, gracias a ti —sonrió—. Ya destruimos la fuente de energía de Orejitas y se enojó —explicó el mayor, aún jadeante, mostrando la corona que aún llevaba en mano.

—¿Cuál es el plan ahora?

La pregunta quedó en el aire y se ahorraron el berrinche para ganar tiempo mientras corrían nuevamente, cuando otra centella se acercó a ellos. La adrenalina de la nueva persecución los cegó a todos, tomándolos desprevenidos y vulnerables. Inevitablemente, los ocho se vieron envueltos en un colapso mental colectivo que los hizo separar caminos dentro de zonas diferentes del mismo sitio.

Felix bajó la intensidad de su pedaleo y se desesperó cuando no vio a ninguno detrás de él, ni siquiera a metros de distancia. Se colocó rápidamente los audífonos y miró en su teléfono la ubicación de sus compañeros. Sí o sí, debía salvarlos y juntarlos otra vez.

 Sí o sí, debía salvarlos y juntarlos otra vez

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


♥️

NOEASY || STRAY KIDSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora