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8:00 am.

La mañana fría continuaba sombría. La lluvia se intensificó en plena madrugada y ahora sólo quedaban pequeños rastros de llovizna ligera.

Dentro del sutil ruido de la naturaleza, se podía diferenciar por mucho una gran convivencia energética. Seguramente los gritos y las carcajadas habrían llenado cada rincón de Seúl si no fuese por la existencia del aguacero en el exterior. Casualmente aquel melancólico alboroto venía del almacén supuestamente abandonado del barrio. Un desayuno era compartido sobre la mesa central de la sala comedor. Los integrantes de ese momento reían y degustaban alegres. El único tema de interés mutuo ahí se trataba sobre lo fascinante que resultaba la situación. Su pelea contra Orejitas –apodado así por todos los integrantes–, sería definitivamente la mejor de sus anécdotas, incluso más superior que el hecho de haber logrado graduarse en la secundaria.

Entre burlas, todos reconocieron que su batalla era un tanto similar a la trama de la película Avengers. Tampoco perdieron el tiempo para aprovechar la situación y amenazar a Changbin. Le dijeron que iba a ser el receptor de todos los golpes si terminaba fallando como lo hace Thor en su batalla con Thanos.

Ahí, en ese lugar, los griteríos y el lloriqueo del tercer mayor se sentían correctos. Si no fuera por la pequeña televisión, seguramente ellos ni siquiera recordarían el propósito de sus respectivos viajes hasta Seúl. Y aunque sonaba reconfortante, la verdad es que estaban reacios a la idea de hacerse los locos y pretender que todo afuera de esas cuatro paredes, se encontraba bien, cuando claramente no lo era ni un poquito.

No obstante, a pesar del gran y maravilloso momento, había surgido un nuevo problema. Uno del que todos temían confirmar y del que si pudieran, lo harían olvidar por completo, mas no podían, no les era posible estar totalmente tranquilos cuando uno de los ocho que se suponen deben estar ahí, no se había presentado en el comedor en toda la mañana. Su aspecto agotado no los dejó tranquilos desde la noche pasada, y eso de alguna manera los puso muy en alerta.

Unos ojos brillantes no habían dejado de mirar por el pasillo frente al comedor. La desesperación generada por la duda molesta le hizo golpetear la punta del pie contra el suelo, frenéticamente. Los palillos se encajaban de manera tosca en los trozos de arroz y kimchi. Odiaba admitirlo, pero comenzaba a desesperarle ser el único verdaderamente preocupado por la salud de su adorado hyung. Se mordió el labio cuando falló en pescar la comida por tercera vez, así que se rindió y se giró discretamente sobre su lugar, sin apartar la mirada del mismo punto.

-Hyung -llamó en un murmuro.

Chan se giró a mirarlo cuando este le llamó. Su voz sonó mas gruesa de lo normal por el bajo tono empleado. Lo vio lamerse los labios con nerviosismo, sin atreverse siquiera a mirarlo. El mayor sabía de la preocupación extrema del menor y como no, si desde pequeños eran los más apegados, Hyunjin siempre cuidando del pecoso. Por ello mismo sintió un revoltijo en el estómago, haciéndolo sentir un poco abatido por no saber qué hacer.

-¿Qué ocurre, Lix? -inquirió, tratando de sonar lo más calmado posible.

Felix frunció el ceño, bebiendo un sorbo largo de su refresco. Se secó las comisuras de su boca y torció los labios en duda, antes de responder:

-¿Y si Hyunjin-hyung está infectado?

Chan imitó su gesto y llevó la mirada al resto de los chicos al costado de ellos. Estos aún seguían en su mundo divertido, en el que trataban salir un poco de la cruda realidad. Estaba desesperado, no iba a mentir. Aún tenía muy presente la imagen de Han con las diversas pastillas en su palma, dispuesto a tomarlas de una hasta provocarse la muerte. Las pesadillas que le hacían ver un escenario completamente diferente al real, le estaban comenzando a carcomer la cabeza, saber que otro de sus mejores amigos podría estar pasando por lo mismo, le provocó agotamiento.

NOEASY || STRAY KIDSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora