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Bang Chan se introdujo dentro del drenaje con un brinco por las escaleras. La corona empezaba a ser una enorme molestia para cargar, pero no tenía de otra.

No sabía cómo había ocurrido, ni en qué momento fue que todos se dividieron, sin embargo, sintió tremendo el dolor de cabeza que le golpeó en ese instante.

Se colocó los audífonos y tomó su teléfono, iniciando nuevamente una llamada grupal.

—¿Están todos bien?

—Eso creo, no lo sé, no veo a nadie —respondió un asustado Hyunjin.

—¿Dónde estás?

—Me adentré en uno de los almacenes.

—Bien, quédate ahí, Hyun... pasemos lista, ¿de acuerdo? —inquirió, sin dejar de cargar su arma y apuntar a todo su alrededor—. Minho.

Aquí, basurero a dos metros de la planta —informó.

—Changbin.

—Aquí, zona este de los almacenes.

—Hyunjin, ya lo sabemos... Hannie.

—Aquí, volví a la planta, dirección oeste.

—Felix.

—Aquí, estoy haciendo patrullaje cerca de la puerta principal.

Seungmin.

—...

—Seung.

—Seungmin y Jeongin no respondieron la llamada, Chan-hyung —informó el segundo mayor.

—Agh, maldita mierda —masculló—. ¿Pueden ver los GPS de ambos?

—Sí, tengo a Jeongin cerca, está en la planta del lado este, iré por él... Seungmin está en el departamento administrativo, cerca de la torre de servicio —se escuchó a un agitado Felix.

—Yo estoy cerca, iré por él —avisó el Lee mayor.

—De acuerdo, manténganse en contacto.

****

Minho comenzaba a arrepentirse por sentirse tan valiente como para haberse postulado para ir por Seungmin. Pensó por un momento en dejarlo ahí y decir que no lo había encontrado, pero al final, fue su temor por el estado del menor lo que lo motivó a adentrarse a ese edificio que parecía casita del terror.

Ni siquiera se sorprendió al verlo todo desordenado y roto. Los muebles estaban en medio pasillo y algunas lámparas estaban caídas, colgando desde el techo, mientras bailaban en ritmo de un péndulo.

Respiró hondo, espantando de su sistema todo aquel sentimiento temeroso que estuviera haciéndole temblar las piernas. Tomó una de sus pequeñas bocinas y se adentró por el pasillo principal, preparado para un posible ataque.

Su principal idea fue llamarle a gritos, para no tener que buscar hasta cada rincón del edificio, pero se abstuvo de hacerlo porque no quería atraer la atención de otra cosa. Bufó ante la dificultad de su postura y se mordió los labios antes de seguir.

—Seungmin... Seungmin-ah... Seung... Seungminnie... Kim Seungmin... Cachorro.

Su paciencia ya estaba al límite cuando ni siquiera en su último intento fue correspondido. Pero a la vez, se sintió más miedoso porque habían pasado largos minutos desde que llegó y no encontraba nada que lo dirigiera al menor.

Dobló la esquina, al fondo del pasillo y automáticamente sus piernas se congelaron. El cuerpo del susodicho yacía tirado en el suelo con la vista en la pared. Su alarmas se encendieron y corrió hacia el castaño. Lo tomó entre sus brazos y comenzó a darle pequeñas bofetadas, repitiendo varias veces su nombre. Miró la arma de Seungmin a un costado de dónde estaba él. El palo estaba cargado de energía, parpadeaba un poco con cada ruido de los truenos fuera del edificio. Lo acercó a ellos y tomando un gran respiro, volvió a golpear la mejilla de su amigo, pero esta vez con más fuerza.

NOEASY || STRAY KIDSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora