⚡ EPÍLOGO ⚡

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Habían pasado alrededor de dos años desde el trágico suceso que atormentó al país entero. Si bien el terror ya había pasado, no quitaba el hecho de que hayan quedado secuelas importantes en los habitantes de la ciudad. El gobierno se vio obligado a tratar gratuitamente a sus ciudadanos y, muy a regañadientes, aceptaron las represalias de su corrupción ante la situación vergonzosa en la que se vieron implicados.

El grupo de los "Ruidosos" –llamados así por las cabecillas principales–, se vieron sometidos a desgastantes pruebas médicas e interrogatorios sofocantes. Tuvieron que repetir la misma historia unas cincuenta veces, apartados de los demás solamente para asegurarse de que no hubieran discrepancias entre sus testimonios. Aún era imposible para la sociedad, creer que un grupo de ocho jóvenes adultos hubieran hecho el trabajo que se supone era responsabilidad del gobierno y grandes entidades protectoras. 

Felix y Chan decidieron confiar las copias de sus evidencias únicamente a miembros de la reconocida ONU. Habían hecho el pacto mientras eran trasladados al hospital y ahí mismo, Felix se contactó con su hermana mayor, para dejar en sus manos el resto de las evidencias originales, pues ellos mismos las sacarían a la luz cuando terminaran de ser estudiados. Esto con la única intención de no censurar información alguna de los verdaderos hechos detrás del accidente. Ahora, dos años después, finalmente salía a luz el libro y el blog con la historia relatada por ellos mismos. No obstante, aún faltaba descubrir el detalle más importante dentro de todo este incidente.

¿Cómo fue derrotado el Monstruo de los Sonidos?

Nadie lo sabía, ni siquiera el grupo de los Ruidosos. La falta de energía hizo dejar de funcionar a las cámaras de seguridad, los helicópteros no funcionaron por la tormenta, los cuerpos de policía y gobierno ni siquiera tenían las narices dentro en ese momento, no hubieron testigos presenciales y el único que lo sabía continuaba postrado en la cama de ese lujoso hospital. 

—Buenos días, señora Kim.

La mujer se giró, con una sonrisa en sus labios. Se le veía sana y alegre, a pesar de la situación. La cicatriz en su cuello era bastante notable y como todo sobreviviente, la presumía con honor.

—Oh, buen día, Minho, ¿dónde están los demás? —indagó recibiendo un abrazo del menor.

—Están al tanto de las reacciones por la publicación de su testimonio —explicó, acercándose al menor—. ¿Aún no quiere despertar?

—No, está teniendo un buen descanso —aseguró la mayor. 

El ahora rubio sonrió, mirando a la tranquilidad de su amigo. A pesar del tiempo, aún seguía sintiéndose un tanto culpable, sabía que no había sido su culpa, pero no podía dejar de pensar en que pudo haber hecho algo más cuando lo vio reaccionando de esa manera con el contacto con el tubo de energía. 

Entendía que no servía de nada, pero desde que fueron liberados de las garras del gobierno, decidió visitarlo al menos un momento todos los días. De alguna manera, se hicieron cercanos, pero sólo uno de ellos lo sabía, no era la gran cosa, pero se sentía reconfortado con ello.

—Mañana es su cumpleaños —habló la mujer—. Pensé en que quizá podríamos colocar algunos globos en su habitación.

—Podemos hacerlo, ¿su esposo y su hija están de acuerdo?

—Eres al único al que se lo he mencionado —confesó, burlona—. Igualmente no me dirán nada, porque según ellos sigo siendo la reina de la casa —presumió.

—Bien, entonces...

Sus palabras quedaron interrumpidas cuando el monitor de los signos vitales se volvió loco. Debido a las órdenes de los altos funcionarios del gobierno, Seungmin debía ser controlado y cuidado bajo los mejores médicos. Todos ellos lo veían como una mina de oro puro, por eso, ni Minho, ni la señora Kim se sorprendieron ante la rápida reacción de los médicos y enfermeros. Los dos fueron sacados de la habitación y se quedaron en medio pasillo con las miradas desconcertadas.

NOEASY || STRAY KIDSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora