♥ 15 ♥

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Tiritando, llego a la alfombra dorada, donde su aspecto llamo la atención de los cuatro trabajadores.

Uno de ellos la reconoció haciéndole saber al resto de quien era acompañante. El encargado se acercó preguntando:

- ¿Se encuentra bien?

Si ella era la mujer elegante que acompañaba a Jackson Román, causando envidia, ¿Por qué la había dejado sola, yéndose a prisa? Su aspecto no era el mismo. Él miró a sus pies donde la humedad se formaba, ¿acaso había caído al estanque? ¿Cómo había sido eso posible? Su cabello, sus ropas... ¿Habrían discutido? Cuál fuera la razón sintió el deber de ayudarla.

- Le pediré un auto.

- No es necesario – contesto en un murmullo, alejándose.

Bastaba con su propia lástima como para quedarse a recibir la de otros. Caminar le haría bien para aclarar su mente y cuando estuviera lista, llamaría un taxi. Aunque, no llevaba dinero, ¿Cómo se supone que pagaría? Tonta. A menos que Gloria ya estuviera en la casa, con lo molesto que estaba Bernardo era de esperarse que los hiciera regresar temprano. Paso saliva, sacando el teléfono del bolsillo de su pesado abrigo. ¿Era demasiado pedir que el móvil no se hubiera mojado? Intento encenderlo pero no reaccionaba. Suprimió un lloriqueo, esa noche no podía ser peor. Mojada, sin dinero, sin celular. Lo guardo y continuo su camino, tragándose sus lágrimas.

El frío le había congelado su cuerpo y sus sentimientos pronto estarían igual. El dolor era familiar, pues no era la primera vez que se fallaba.

Muchas personas no nacían para encontrar la felicidad al lado de alguien más, pero la vida bien puta ponía las pruebas a todos por igual. Y en esta categoría se hallaban dos tipos de sujetos: los inmunes y los estúpidos.

A los primeros les valía madre cupido y toda la mierda que giraba en torno a él y se abrían a otras experiencias sin el más mínimo reparo, rompiendo varios corazones a su paso.

El segundo grupo, los estúpidos, eran más propensos a "enamorarse" y caían en la trampa como un ratón tras del queso. Se ilusionaban con el más mínimo acto de cariño y una vez lo hacían, evitar que su corazón saltará de dicha era casi imposible. El golpe de realidad tarde o temprano llegaba y les superaba. Se refugiaban tras un débil escudo que los hacía inmune hasta que bajaban de nuevo la guardia. Nadie los ayudaba, dependía de ellos mismos salvarse cerrando la grieta que se abría o condenarse a sentir como su mundo caía.

Y el ciclo vicioso se repetía una y otra vez. Algunos se volvían adictos al dolor producidos por el desamor.

Sin embargo Valeria pretendía ser de los primeros. Lo había hecho bien hasta el momento, tres años invicta. ¿Qué fallo? ¿En qué momento su muro empezó a agrietarse? Con ninguno de sus anteriores polvos sucedió, ¿Qué tenía este de especial? ¿Acaso era su atractivo? ¿La energía que emanaba atrayéndola? O, ¿Sus pequeñas acciones: comportamientos, palabras que ninguno de sus contados polvos se esforzó en hacer? ¿Qué era? Necesitaba saberlo, de lo contrario la posibilidad de caer de nuevo, era alta y no sufriría a causa de su insensatez. La primera sucedió por inocente, la segunda por falta de experiencia y la tercera, ... no llegaría.

Odiaba darle la razón a Abel. Él vio las señales, tan obvias, y no lo escucho. Ella no era su tipo, creer lo contrario había absurdo. Ingenua, debió parar en el momento que pensó que podía tratarse de algo más que sexo. Imprudente, al continuar cuando su deseo se hizo demasiado fuerte. Aunque, siempre lo fue. No hubo un momento en que no se sintiera fuertemente atraída por él. En la tienda, si no fuera porque había puesto el trabajo de Abel en riesgo, hubiese seguido ahí. En la perrera el bienestar de Charlie fue quien la regreso a la tierra. En la mansión Chevalier, su preocupación por Cristina. Y, en el parque los niños.

♥ Fue un Error Conocerte ♥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora