2 Un Difícil Vínculo.

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Después de la clase de Pociones, Harry y Draco salieron del aula en completo silencio. El pasillo aún estaba lleno de alumnos que se dirigían a sus próximas clases o al comedor para el almuerzo. Aunque había mucha gente a su alrededor, Harry parecía ansioso y nervioso. La sola idea de saber que Draco podía inmiscuirse en sus pensamientos cuando quisiera le hacía sentir una ansiedad considerable.

-Adiós, cara rajada. No me des mucho la tabarra en lo que queda de día, hazme el favor.- Hizo un ademán con la mano antes de darle la espalda y continuar caminando.

Cuando estaban a punto de separarse en el pasillo, Harry sorprendió a Draco al agarrar su brazo con firmeza. Este se detuvo en seco, desconcertado por el gesto repentino.

-¿Que se supone que haces?- Preguntó Draco confundido.

Harry miró a su alrededor, asegurándose de que no hubiera nadie cerca que pudiera escucharlos.

-Necesitamos hablar en privado, Malfoy. Sobre esta...situación.- Susurró Harry a una distancia bastante corta del rubio.

Draco arqueó una ceja, intrigado y un poco cauteloso. No entendía por qué Harry quería hablar en privado, especialmente después de lo que habían experimentado en la clase de Pociones. A regañadientes, siguió a Harry a un rincón más apartado del pasillo, donde las miradas indiscretas no pudieran alcanzarlos.

-¿Y bien? No tengo todo el día.- Dijo Draco mientras cruzaba los brazos y se apoyaba en la pared de piedra.

Harry estaba más serio de lo normal. No apartaba la mirada de los ojos plateados de Draco ni un segundo. -Malfoy, esto es... muy raro, ¿verdad? Lo que pasó en la clase de Pociones. No puedo evitar escuchar tus pensamientos, y tú los míos. Es incómodo.-

Se removió un poco de su sitio. La mirada fija de Harry le estaba empezando a molestar un poco, haciendo rodar sus ojos hacia un lado. -Anda mira, por fin estamos de acuerdo en algo. Si, es incomodo a más no poder...Pero, ¿Qué se supone que debemos hacer al respecto? No podemos cambiarlo aunque quisiéramos.- 

-Quizás no podemos cambiarlo, pero podemos establecer algunas reglas. No quiero que escuches cada pensamiento mío, y estoy seguro de que tú tampoco quieres que lo haga, ¿verdad? Necesitamos aprender a controlar esto.-

Draco puso una de sus manos en su barbilla y entrecerró sus ojos, analizando la situación. -*En eso tiene razón...-

Harry soltó una pequeña risa. -*¿Recuerdas que te puedo escuchar? Al menos no niegas que es lógico lo que estoy diciendo...-

-Tks...- Draco soltó un quejido de disgusto mientras se echaba el pelo hacia atrás. Por un segundo se le había olvidado que el León podía entrometerse en sus pensamientos.

-Muy bien. No podemos permitir que esto se nos vaya de las manos. ¿Alguna sugerencia?-

Harry se quedó unos segundos mirando hacia el suelo. Recordó cuando Snape comentó que el que bebiera la poción, tenía que cerrar la mente para que la víctima no pudiese leer sus pensamientos también. ¿Pero eso como se hace? ¿Simplemente no piensas? Pero es ridículo. Una persona normal no piensa que...piensa. Valga la redundancia.

La única manera de no pensar era...

-Hablar...- Musitó Harry.

Draco arqueó una ceja extrañado. -¿Porque hablas tan bajo? Aquí no hay nadie ya.- 

-Si estamos hablando, es menos probable que nuestros pensamientos se mezclen. Podemos mantener una conversación en voz baja con nosotros mismos cada vez que necesitemos privacidad o evitar que nuestros pensamientos se crucen...-

¡Sal de mi Cabeza! (Drarry)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora