11 Advertencia.

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Amanecía un nuevo día en Hogwarts, y la luz tenue del amanecer se filtraba por la ventana de la habitación de Harry. El joven mago abrió los ojos con suavidad, con los recuerdos de la noche anterior aún frescos y palpables. Se sentó en el borde de la cama, sintiendo un ligero dolor debido a unas agujetas en sus ingles, un dulce recordatorio de la intensidad de sus momentos compartidos con Draco en la piscina. Llevó una mano a su pierna y acarició la zona adolorida. Una sonrisa tímida se dibujó en sus labios al recordar las caricias que le proporcionó y su intensa cercanía. 

Su mirada cayó sobre la tarjeta que Draco le había regalado. La tomó en sus manos y la contempló por un momento, antes de depositar un suave beso en ella y guardarla en su cajón personal. Sin embargo, la felicidad que experimentaba se desvaneció cuando recordó las palabras de Hermione, un constante recordatorio de que esto podría tener un final. El miedo y la inquietud crecía dentro de él, carcomiéndolo día tras día, hora tras hora. A pesar de eso, no permitiría que Draco notara su malestar. Sacudió la cabeza para apartar esos pensamientos y se imaginó a Draco durmiendo, lo cual le devolvió la sonrisa que se había desvanecido.

Deseaba saludar al rubio con un "buenos días," pero no quería interrumpir su sueño. Optó por esperar a que Draco se despertara y lo hiciera primero. Se levantó de la cama con cuidado y se vistió con su uniforme escolar.

-Buenos días...- Dijo Ron, bostezando y estirándose perezosamente. Su cabello estaba revuelto y sus ojos entrecerrados por la somnolencia de la mañana.

Harry observó a su amigo. No les había contado nada acerca de lo que ocurrió cuando llegó, y creyó que lo más conveniente era no hacerlo, por la privacidad de ambos. Además, esta semana sintió que se estaba ausentando de sus amigos, manteniéndose un poco alejado de ellos, y sentía la necesidad de equilibrar aquello.

El moreno levantó la mano en un gesto de saludo mientras Ron se incorporaba de la cama y se estiraba con pereza. -Cada día me cuesta más levantarme.- Comentó el pelirrojo mientras comenzaba a vestirse. -A lo mejor es por el tiempo que hace, que me merma.-

-Agradezcamos el poco Sol que tenemos ahora, quizás vuelve a llover.- Respondió Harry mientras se dirigía hacia la puerta de la habitación y la abría.

-A propósito, Harry. ¿Dónde te metiste ayer? Tardaste un montón en llegar aquí.- 

Harry titubeó por un momento, rascándose la nuca. -Estuve un rato más con Draco, hablando tranquilamente.- Dijo finalmente, optando por no entrar en detalles.

-Hablando de Malfoy...- Los dos comenzaron a bajar las escaleras de piedra a medida que hablaban. -¿Cuándo va a disculparse? Ayer podría haberlo hecho. Sigo esperando, y si no lo hace, no le daré mi visto bueno.- Frunció un poco el ceño, impaciente por ver a la serpiente suplicando su perdón.

Harry soltó una carcajada por el comentario de su amigo. -Pronto, no te preocupes. Solo dale un poco de tiempo.-

-¡Hola chicos!- Saludó Hermione con su habitual entusiasmo mientras esperaba a sus amigos en una de las butacas del salón.

Estos se acercaron, saludando a su amiga. -Pues si que somos madrugadores. Aun queda un rato largo para que empiecen las clases.- Aseguró Ron mirando la hora en el reloj que había colgado en la pared.

-Esto nos dará tiempo para adelantar algo de trabajo.- Sugirió Hermione, mientras Harry y Ron compartían una mirada que decía claramente: "Esta mujer está obsesionada con los estudios."

-*¿Mi cachorro sigue durmiendo? Pero mira que es dormilón...-

Harry se sorprendió al escuchar a su serpiente favorita. Aun no se acostumbraba del todo a las intromisiones repentinas. Sonrió dulcemente y cerró los ojos. Ron y Hermione cruzaron miradas, adivinando lo que significaba la reacción de su amigo. 

¡Sal de mi Cabeza! (Drarry)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora