¡Sal de mi Cabeza! (Drarry)

5 El Verdadero Juego.

Aquella mañana del martes había comenzado con muy mal pie. Harry aún no podía creer lo que había sucedido. Se sentía bastante abrumado por la sensación que había experimento. Aquel sueño fue demasiado real, y no sabía por donde empezar para abordar aquella nueva situación.

Empezó por levantarse de la cama e irse al cuarto de baño para darse una ducha fría. Ron aún seguía roncando a pierna suelta. Decidió no despertarlo todavía, ya que aún había tiempo de sobra para empezar las clases. 

Se desnudó y se metió en la bañera. El agua corría por su cuerpo, proporcionándole algo de alivio. Su erección fue calmándose poco a poco. Se apoyó contra la pared de la ducha, dejando escapar un suspiro y cerrando los ojos. Las imágenes del sueño seguían persiguiéndolo, y no sabía qué pensar al respecto. Se sentía atraído hacia Draco de una manera que nunca había experimentado antes, y esa idea lo aterraba y lo emocionaba al mismo tiempo.

Por otro lado, el Príncipe de las Serpientes tomo el mismo rumbo que Harry. Se metió en su ducha personal e intentó que el agua se llevase aquellos sentimientos que alborotaban su interior, pero sin mucho éxito. Mantenía su cabeza bajo la corriente de agua fría, intentando de alguna manera que esta se llevase aquellas imágenes del sueño y la confusión que sentía. Ya no podía negarlo más, Harry le atraía de una manera que ni él mismo podía imaginar, pero no podía permitir que el moreno lo supiera, de ninguna forma.

La mañana de clases transcurrió de manera aparentemente normal en el castillo. Los estudiantes se movían por los pasillos entre risas y charlas, y la rutina del colegio seguía su curso, excepto para dos de ellos. Cada vez que Harry y Draco se cruzaban por los pasillos, evitaban el contacto visual, ruborizándose un poco. Mantenían a ralla sus pensamientos, y durante todo la mañana no se habían dicho absolutamente nada. Por una parte, Harry quería hablar con el seriamente, y sus ansias de preguntarle si había tenido un sueño similar aumentaban cada vez que se cruzaban, pero cada vez que recordaba como el rubio le gritó, se le quitaban todas las ganas de hacerlo.

Draco en cambio, al haber sido sincero consigo mismo admitiendo que le atraía, lo que menos le apetecía era que el moreno se burlase más de él. Ya había tenido suficiente con aquella broma que le hizo Harry, como para que ahora supiera que soñaba con él, hasta el punto de tener una erección considerable.

La forma en que se evitaban mutuamente era evidente para sus amigos, y tanto Hermione como Ron miraron a Harry con inquietud, mientras que Blaise intentaba entender el comportamiento de Draco.

-Si alguna vez quieres hablar sobre lo que sea que te preocupa, sabes que estamos aquí para escucharte, ¿verdad?- Soltó Hermione de repente mientras se dirigían al Gran comedor, ya que era la hora de comer. Ron asintió, apoyando el comentario de la castaña.

-Lo sé, Hermione. Gracias de todas formas.- Apreció Harry el comentario de su amiga. 

-Lo más seguro es que esta tarde vaya de nuevo a la biblioteca para seguir investigando. ¿Os animáis?- Preguntó ella. 

Harry y Ron soltaron un suspiro cargado. Después de haber pasado toda la tarde de ayer buscando sin cesar, al final no encontraron nada útil, pensando que no habría nada que hacer al respecto. 

-Gracias por la ayuda Hermione, pero puedes desistir. Además, ya lo llevo algo mejor...- Afirmó Harry mientras llegaban a las puertas del Gran Comedor.

-Yo iba a decir que no igualmente, así que...- Dijo Ron con desdén, a lo que Hermione le miró con molestia.

Se sentaron en su respectiva mesa. Ronald no tardó ni dos segundos en servirse un buen plato de comida. Ese comportamiento no le gustaba a Hermione, ya que para su gusto, perdía todos los modales. Harry se apartó un poco de comida y empezó a comer con tranquilidad.