Capítulo 3

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La omega

Gaia

Su corto sentido de omega estaba en alarma, lo que tiene sentido porque acababa de desafiar a una alfa a, prácticamente, un duelo y eso es algo que se toman muy muy enserio, iba a tratar de pisotearla, esa alfa tan adorable probablemente ahora solo la veía como un objetivo al que humillar para cumplir su objetivo y recibir respuestas que no estaba dispuesta a revelar.

Aunque su ya diminuta omega interna estaba a punto de romper en llanto o tratar de abrirse la cabeza, Gaia solo estaba inquieta por todos los pensamientos que la bombardeaban, en el fondo le calmaba que había podido mantener sus feromonas a ralla y las pocas que se habían liberado se habían conseguido camuflar con las de sus amigas, también el hecho que había podido plantarle cara a la alfa sin echarse hacía atrás: -Menos mal, que esos pinchazos me están sirviendo- suspiró para sus adentros.

Un poco más tranquila empezó a caminar hacia clases, iba a necesitar mucha teína para poder relajarse del todo.

Durante las clases le estaba siendo imposible concentrarse no dejaban de llegarle recuerdos de esos ojos agua esmeralda, sabía con certeza que ocultaban algo detrás, algo que ni siquiera ellos parecían entender, pero es que eran tan bonitos, casi tanto como el pelo de la alfa, ondulado y sedoso, podría estar horas tocándolo y teniéndolo entre sus dedos.

Pero también tenía un poco de rabia, porque sabía que ella a Nube no le gustaba, que el único motivo por el que se acercaban era porque lo marcaba el destino y que el alfa que vive dentro de su destinada la quería poseer, pero no en plan cariñoso, sino en uno que a Gaia le repugnaba, ella no iba a ser posesión de nadie, ni siquiera de su destinada, aunque a ese vínculo que compartían no le quedara mucho tiempo...

Después de acabar esas clases tan poco productivas Gaia recogió su mochila y salió fugazmente del edificio, no tenia ganas de volver a cruzarse a la de pelo ondulado.

Poco después llego a la casa en la que vivía, si se podía llamar así, pues no era más que una chabola abandonada tras la montaña que había cerca del instituto, era vieja pero Gaia había hecho unas cuantas reformas para que se viera mejor, era muy luminosa, lo cual ayudaba pues sus recursos de luz se limitaban a los paneles solares que había reparado con piezas cogidas del basurero de una empresa que se dedicaba a eso, la cocina iba mayormente a gas pues prefería usar la electricidad para otras cosas como el frigorífico o la luz de su mesilla para estudiar de noche; una vez abierta la puerta se puede notar que dentro no la espera nadie más que el característico saludo del olor a ligera humedad mezclado con un ambientador que había comprado con unas pocas monedas, vivir sola sin duda podía resultar un poco incomodo, pero no para ella, se sentía bien en un espacio que podía llamar "su territorio", echo a su medida, para ella y sin tener que soportar a nadie gritarle que tenía que hacer.

Aun eran las 16:30 le daba tiempo a comer e irse al bar donde trabajaba de camarera para subsistir, no le daban mucho dinero así que a veces tenía que pedirles dinero a sus amigas, casi todo se le iba en comida y su medicación, hablando de la cual, o pensando en su caso, era hora de inyectarse, cogió la jeringuilla y el bote con esa espesa masa que era su liquido de vida y se la inyectó sin dudas, cuando la medicina entró en su cuerpo sintió la mejor sensación de todas... Control sobre ella misma y también una inmensa felicidad, pero la alegre escena no tardó en tornarse en algo un tanto macabro, Gaia cayó de rodillas y se puso las manos sobre la cabeza, ese control del que tanto disfrutaba se desvanecía como agua evaporándose, JODER- gritó, todo se empezaba a poner borroso, sus caninos crecieron un poco, el pelo brotaba lento pero por todas partes y la sangre le empezaba a hervir, ante esta situación corrió a encerrarse en la habitación de emergencias que tenía para estas ocasiones mientras nuevos pensamientos llegaban como balas para su cerebro, entre ellos las ganas de derrotar a la alfa en su propio juego y con eso, mientras caía rendida al suelo, el último pensamiento trató de escapar de su boca en un susurro: serás mía...

¿Quién eres? __//YURI OMEGAVERSE//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora