4

46.5K 2.5K 1.2K
                                    

Beth miraba a Lily como si fuera la causa de todos sus males. La pobre Lily se encogía aún más en su sitio, como si no supiera a dónde meterse. Y yo estaba entre medio de ambas sin poder apartar la mirada del bolígrafo. Ahora estaba en manos de los guardias, junto a la cámara de Beth y la tarjeta metálica que Adler había conseguido.

En cuanto se enterase de que ya no la tenía, iba a matarme.

Después de ser descubiertas, nos habían llevado a una pequeña sala que daba acceso a una puerta. En ella había un nombre grabado:

«Madeline Gerlach»

Era el despacho de la directora.

Teniendo en cuenta que eran casi las cuatro de la madrugada, era de esperar que no se encontrara presente en esos momentos, así que llevábamos ahí sentadas más de una hora.

Mis nervios no hacían más que empeorar mientras veía cómo uno de los guardias de seguridad, el grandullón, jugueteaba distraídamente con mi bolígrafo.

El otro guardia, un chico bastante más joven y delgaducho, observaba con curiosidad la cámara de Beth. Apretó un botón y dio un respingo cuando la cámara se encendió repentinamente, emitiendo un pequeño zumbido.

Beth volteó los ojos.

La acercó a su rostro y cerró un ojo para observar su entorno a través del visor. Después de un momento de silencio, se escuchó un ruidoso click cuando tomó una foto de la planta que había en la esquina de la sala.

Eso pareció ser la gota que colmó el vaso, y toda paciencia que Beth había estado acumulando hasta ahora, se esfumó.

—Deja de jugar con mi cámara, Tontolix. No es un juguete.

El chico parpadeó, sorprendido.

—¿Tonto... qué?

—Tontolix —repitió ella.

—¿Desde cuándo me llamas así?

—Desde que os he observado el tiempo suficiente como para darme cuenta que sois una versión real de Astérix y Obélix.

Ambos guardias se miraron a la vez, indignados.

—¿Y entonces yo que soy? —preguntó el otro.

—Gordolix.

Su compañero soltó una risita divertida. Él lo fulminó con la mirada y en seguida volvió a adoptar un semblante serio.

—¿Nos estás comparando con personajes de cómics?

—Tengo que admitir que la comparación fue ingeniosa —murmuró el delgaducho, divertido.

—¡Claro, idiota, porque tú eres Tontolix!

—¡No tiene nada de malo ser Gordolix!

—¡Sí, porque es Obélix!

—¿Y qué? ¡Obélix es genial!

—¡Pero yo quiero ser Astérix!

—¡Pues te jodes, porque me ha puesto el apodo a mí!

Lily, Beth y yo intercambiamos una mirada cuando empezaron a discutir. No pudimos evitar reír ante la absurda pero entretenida discusión que se estaba dando frente a nosotras. Incluso era la primera vez que veía a Lily sonreír.

—¡Pues, vale! ¡Obélix siempre ha sido mejor que Astérix!

—¿Ah, sí? ¿En qué? ¿En comer?

—¡En fuerza, idiota! ¡Obélix puede levantar menhires como si fueran plumas!

—¡Pero Astérix es el más listo y ágil!

En la línea de fuego ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora