23

28.9K 1.7K 1.6K
                                    

Lexi pareció percibir mi confusión más absoluta, porque con un gesto suave dirigió mi atención hacia un lado del baño. Allí, por encima del nivel de nuestras miradas, se encontraban dos ventanas estrechas, apenas lo suficientemente grandes para meter nuestros cuerpos.

—No creo que pueda hacerlo —admití, regresando la mirada hacia ella.

La incredulidad se vio marcada en cada rasgo de su rostro.

—¿Por qué no?

—Tengo una herida de bala en la pierna, Lexi —le recordé, por si curiosamente se le había olvidado—. Incluso si logro moverme, no llegaremos muy lejos. Solo te atrasaría.

—No es momento de dudar. Hemos pasado por cosas peores y hemos salido adelante. Esto no será diferente.

Se acercó a las ventanas, evaluando la altura y el espacio con una mirada calculadora.

—Podremos abrirlas fácilmente, están aseguradas por un pestillo. Además, he visto un contenedor de basura justo afuera que puede amortiguar nuestra caída. No debe separarnos más de metro y medio del suelo.

—Lexi...

Pero ella no estaba dispuesta a ceder, ni siquiera por un momento.

—Tú subirás primero —prosiguió—, y yo te ayudaré a hacerlo. Una vez fuera, te apoyarás hasta el contenedor de basura. Solo necesitas deslizarte hacia abajo. Luego, nos moveremos con discreción por el bosque hasta que encontremos una cabina telefónica y podamos contactar con nuestros compañeros de comisaría.

—Yo no voy a hacerlo.

—Si yo subo primero, ¿quién te ayudará a pasar por la ventana? ¿Quién se asegurará de que no pongas demasiado peso en esa pierna? No, tiene que ser al revés. Confía en mí.

—No, Lexi, no me entiendes. No voy a escapar —reiteré.

La tensión en el aire se volvió casi tangible. Lexi se quedó mirándome, sus ojos expresivos y marrones buscaron algún indicio de cambio en mi decisión, pero todo lo que encontró fue determinación.

—Jules, quedarnos no es una opción.

Mis ojos se desviaron hacia el suelo, fijándome en las baldosas frías y grisáceas del baño. La idea de escapar con mi pierna herida sin saber cuántos metros podría recorrer sin que se me soltaran los puntos otra vez parecía descabellada. Pero la alternativa, quedarnos con el asesino al que todo un país entero temía, no era menos aterradora.

—Es por él, ¿verdad?

Levanté la mirada bruscamente hacia ella.

—¿Qué? —respondí, aturdida.

—He visto cómo lo mirabas mientras te curaba la herida —explicó, y todo lo que pude hacer fue abrir ligeramente los labios, sin emitir sonido alguno—. Ese hombre llega siquiera a tener las manos puestas en mí y estaría aterrada, pero en cambio tú...

—Más vale que tengas una buena razón para creer esa estupidez —mascullé, irritada.

—Ni siquiera le tienes miedo. ¿Cómo es posible eso?

—Te estás equivocando.

En realidad, no del todo.

Lexi tenía razón, en parte. Había algo en Nolan que me atraía, lo supe desde la primera vez que lo vi. Y no solo físicamente. Era una conexión que no podía negar, pues ya la había sentido antes. Eso era lo que hacía que no le tuviese miedo, pues había otros sentimientos que prevalecían por encima de ese.

En la línea de fuego ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora