Capítulo 1

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-Encuentro fortuito-


Tres mil quinientas cuarenta y dos llaves. Tres mil cuarenta y dos llaves deben encontrarse en 23 horas. Mientras el pequeño duende jalaba de sus cabellos se preguntaba con rabia ¿Cómo podía el consejo de Protección Sobrenatural perder tres mil quinientas cuarenta y dos llaves diarias? Que lo cuelguen. Las orejas puntiagudas del pequeño duende se volvieron rojas a medida que expresaba su rabia. Era cierto, había escuchado a menudo las quejas de los recolectores de llaves, y se había reído de ellos en su corazón. . .Si tu trabajo es recoger llaves ¿Por qué deberías de quejarte por hacer eso? El pequeño duende casi escupió en su corazón con amargura. Había sido fácil pensar tan arrogantemente cuando era un cerrajero mágico. Amaba el olor del níquel, el cobre, el calor del horno y las herramientas de tallado. Sus manos tenían en tinta dorada la inscripción nata de artesano celestial. Su pequeña nariz puntiaguda se erguía altiva al ver las miradas envidiosas de los demás: Es un artesano celestial y el mejor cerrajero mágico, adelante, puedes admirarme, pensaba. Y luego, como si un ángel hubiese escuchado los pensamientos altivos de un pequeño duende, había caído en desgracia. Se había equivocado. Era su culpa. Un cerrajero celestial sólo debe fabricar llaves. Era lo único que debía hacer. Todo su orgullo se perdió cuando metió su pequeña nariz en otros asuntos. Apretó sus pequeños puños con fuerza. Debió haberse negado. Entregar llaves especiales era un delito, y él había entregado una llave sagrada a un extraño pelirrojo. Se rió con amargura, después de todo, sus talentosas manos sólo podían crear llaves sagradas de alto nivel. Por ello, lo habían buscado. Soltó sus puños y suspiró. Ante el consejo de Protección Sobrenatural había quedado como un tonto: La llave que entregó abrió un portal al fondo monetario de reserva mágica sobrenatural.

Cuando el pequeño duende Light estudiaba, había transcrito cientos de veces los tres fundamentos de la fabricación de llaves, los cuales sabía de memoria:

I. Las llaves forjadas pertenecen al gremio de artesanos.

II. Todas las llaves deben ser custodiadas, entregadas y recibidas por un agente de Protección Sobrenatural.

III. Toda llave procede de la fuente mágica y el talento innato de un artesano, por ende, sólo puede saberse qué puerta abrirá hasta que se utilice.

Conociendo el tercer fundamento, había violado el tabú; Las llaves debían ser custodiadas por Protección Sobrenatural porque era un riesgo el no saber qué portal abrirían.

Y él había entregado una llave de nivel sagrado a un extraño. Si no era un tonto, no podía saber que era. Aunque él mismo prefirió aceptar ser llamado un tonto, antes de contar completamente la verdad. Ser un tonto parecía mejor que ser un duende engañado.

Terminó de contar las bolsas de mimbre que colgaban de su cintura: Se veía ridículo. Pero sólo estas bolsas espaciales eran capaces de contener las llaves que necesitaba recolectar.

Al acercarse al escritorio, solicitó dos botas aladas de recolector. La pequeña hada observó al duende con escrutinio, sus finos labios dieron una sonrisa agradable y de ventanilla. El duende frente a ella era sumamente hermoso, con algunos cabellos más largos que descendían cerca de sus orejas, eran de un rubio suave que parecía brillar con toques dorados. Sus dos lindas orejas alargadas y puntiagudas. El hada tuvo que reprimir el impulso de tocarlos: Para un duende, las orejas puntiagudas eran especiales. Sólo podía tocarlas alguien cercano a ellos. La joven hada buscó entre los estantes las botas aladas. Lamentablemente el único par que quedaba era uno viejo. Puso las botas en el mostrador con pena.

–Estimado trabajador. Este es el único par que me queda– El hada se mostró apenada. En el fondo de su corazón temía que el bello duende ante ella fuera un duende distinguido que había iniciado alguna pasantía como recolector de llaves y pronto sería ascendido a su puesto permanente. Esto solía pasar muchas veces. Sin embargo, al enfocar sus ojos en la pequeña placa de metal del duende, pudo leer el nombre "Light". La sorpresa en su rostro alertó al duende para saber que la pequeña hada lo había reconocido. Todos en Protección Sobrenatural sabían quién era Light. Aunque antes su nombre era pronunciado con adoración o envidia, hoy en día era sinónimo de desgracia, en el mejor de los casos, de lástima. La mayoría no podía esperar a toparse con él para hacer comentarios desdeñosos en voz alta.

El duende recolector de llaves y el coleccionista.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora