El duende recolector de llaves y el coleccionista.

Capítulo 8

8

-No somos viejos conocidos, pero podemos ser amantes-

Cuando Light se sentó en los sillones de Old and Treasure Dagger, un suspiro se escapó de sus labios. Sus músculos se relajaron instantáneamente. Se dedicó a observar la llave dorada que colgaba en la pared como un monje que adora la estatua de una deidad. Sus ojos recorrieron las curvas doradas de la llave. El hermoso paisaje le hizo olvidar la tensión que sufrió en la dimensión independiente. Dejando que el vaho del aliento que se plantaba en su tierna piel desapareciera ¿Qué demonios era eso? No pudo evitar pensar. Ese tipo de criatura, no le parecía familiar.

El joven Dagger bajó las escaleras con dos tazas de porcelana blanca y un platillo con tres galletas azucaradas. Depositó las tazas en la mesa, al tocar la mesa de ébano el fino material de la porcelana emitió un leve crujido. El joven Dagger notó el estado abstraído de Light en la llave. Acercó una tasa a la otra persona. El sonido captó la atención de Light. El contenido almíbar de la taza reflejaba su semblante y las ondulaciones que en el ocurrían, al igual que en su interior, un sin fin de problemas.

–Es té. Las lluvias provocan que el aire se enfríe y el museo también se encontraba frío y oscuro–. Light se habría burlado en su mente en este momento acerca de cómo la salud de un artesano sagrado no sucumbiría ante el frío y las lluvias, pero justo en este momento, la calidez de la taza en sus manos parecía reconfortarlo.

–Gracias–

–Las galletas son para tí– Light observó los cristales de azúcar enterrados en la tierna masa cocida y no pudo evitar sonreír. Tomó una galleta y la mordió. El dulce sabor inundó su paladar. Después de morder la galleta notó que la otra parte parecía no querer probar una.

–¿No te gustan las galletas?

–Me gustan. Por eso tenía algunas–. Light se sintió como un tonto al preguntar.

–¿Entonces?

–Son las últimas que tengo. No es bueno charlar con el estómago vacío.

–Pensé que era para evitar enfriar el cuerpo.

–También–. Light quería reír. Dejó la galleta mordida en su plato y colocó las otras dos en el plato del joven Dagger. El joven Dagger no mostró cambios. A pesar de que Light pareció disfrutar la galleta, sus cejas se fruncieron un poco.

–No me gusta mucho lo dulce– Podría parecer que la otra parte inventaba una excusa para compartir el alimento, sin embargo Darcy sabía que decía la verdad. Gestos casi imperceptibles lo mostraban. Fue su culpa creer que el pequeño duende enérgico sería una persona amante del dulce.

Al ver al joven Dagger tomar una galleta y morderla Light no se sorprendió. A la otra parte le gustaban mucho los dulces. Pudo notarlo por el leve brillo imperceptible de sus ojos al ver las galletas. Casi se sentía como un anciano de trescientos años que se aprovechaba de un niño. Aunque él claramente no era un anciano, aún era muy joven.

–Es difícil creer que al joven Dagger le gusten tanto los dulces– Darcy no podía criticarlo, él mismo había juzgado a la misma parte de la otra manera. La sonrisa de Light se amplió –Si no te molesta, también puedes tomar la otra mitad de mi galleta– El joven Dagger que siempre se mantenía frío y cortés, sólo asintió un poco con la cabeza. Sus mejillas se encontraban un poco rosadas, pero era casi imperceptible. Después de unos segundos Light probó el té. Era un té ligero con un leve aroma a flor, sin embargo tenía un toque un poco amargo que limpiaba el paladar. En la opinión de Light, sabía mucho mejor que las galletas azucaradas. Al ver la expresión tranquila del joven Dagger tomando el té, Light pudo detectar el leve tirón de su labio. A esta persona en realidad le gustaban las cosas dulces. . .Parecían no agradarle del todo los sabores amargos. Light escondió su sonrisa mientras terminaba de beber el té. Al joven Dagger le gustaba sumergir sus galletas azucaradas en el té, pero no se atrevió a hacerlo frente al pequeño duende, frente a sus ojos esta persona aún era considerada como un extraño.