Capítulo 7

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-Niño perdido-


Cuando Light vio las prendas que el joven Dagger colocó en su cama con anticipación, no pudo evitar hacer una mueca ¿Qué demonios es esto? La primera vez que vino al mundo humano no tuvo que vestir las pomposas e incómodas prendas que usaban, porque sólo era un observador. Afortunadamente, años después, el estilo había cambiado, permitiendo prendas más ligeras e incluso accesorios de cuero. Usar las prendas de vestir diarias no era diferente de portar su usual ropa de Hécate. Recordó que en Hécate solía vestir más prendas de cuero, a veces lo obligaban a portar algunas insignias de gemas, para los eventos importantes y las presentaciones ante figuras de renombre. Cuando ello sucedía tenía dolores de cabeza, tratando de saber si la insignia que debía de llevar no había sido fundida para un experimento casero con anterioridad.

Una camisa blanca de mangas anchas, un corset crema, unos pantalones cortos negros y una boina. Observó la ropa una y otra vez. El duende aislado y ermitaño que ignoraba las normas sociales en Protección Sobrenatural, estaba a punto de sufrir la retribución de ello. Ni siquiera sabía cómo abrochar el corset. Después de analizar las prendas unos segundos y descubrir que estas también podrían denominarse "creaciones" se sintió motivado. Abrochó el corset de manera errónea tres veces. Suspiró con alivio la cuarta vez.

Cuando salió del taller, encontró a una bella hada parada en el centro de recibidor. Sólo después de ver su pálido perfil pudo reconocer que era el terrible joven Dagger. Sus prendas eran diferentes a las suyas, un traje de saco y pantalón negro. Un pañuelo azul marino en el saco, guantes de encaje blancos y la mitad del cabello despejaba su frente, mientras el resto caía de manera ordenada y coqueta. Cuando su mirada gris se enfocó en él, Light dio un pequeño respingo.

–Lo siento.

–¿Eh?–

–Es la única ropa que podría quedarte. No tengo ropa de niño.

–Eso es bueno. No soy uno– Light estaba a punto de recordarle al temible joven que por sus propios trescientos cuarenta y cinco años, él podría ser su abuelo. El joven Dagger pareció ver esas palabras en sus ojos y comentó con suavidad:

–Pero tienes las medidas de uno–.

Light cerró la boca abruptamente. Sólo después de observar con detenimiento a la ropa, y no a la persona que la portaba, se dio cuenta de que había algo más extraño con su ropa. . . el estilo era diferente, antiguo. Sin embargo, ese pensamiento se perdió rápidamente en su mente. Esos años que pasó ignorando la etiqueta tenían una explicación sumamente fundamentada: Era porque no le importaba.

–El carruaje pasará a las seis en punto–. Light inmediatamente dirigió su mirada hacia el cristal, aún empañado por las fuertes lluvias se podían divisar las tenues luces de los faroles, las siluetas de las personas y la forma de los caballos. Justo en este momento lo único que se encontraba en la mente de Light era la palabra "Carruaje". La primera vez que vino al mundo humano no pudo ver uno. El joven Darcy bajó la mirada para ver la cabellera dorada del duende, sospechó que su pequeña cabeza estaba estancada con cientos de ideas acerca de los carruajes, no lo molestó.

Cuando el carruaje llegó, la lluvia se había atenuado un poco. El conductor que vestía un saco con cola de pingüino y una sombrero de ala negro se bajó y abrió la puerta de Old and Treasure Dagger.

–Sr. Dagger y compañía– Hizo una leve reverencia y mantuvo la puerta abierta. Light silbó al ver el carruaje. No notó las ligeras gotas de lluvia que comenzaban a cubrir su cabeza. El joven Dagger cubrió al duende con naturalidad hasta que entraron al carruaje. Light esperó a que el conductor cerrara la puerta para pararse nuevamente. Saltó encima del piso y sintió como este se encontraba hueco debajo de él. Observó las bisagras de la ventana una y otra vez. Si pudiera salir para mirar la dinámica del carruaje y evaluar las ruedas y las conexión de las riendas, lo haría. El joven Darcy se recostó en su asiento con cuidado y entrecerró los ojos durante el camino. En el transcurso del camino escuchó un fuerte golpe, abrió los ojos con cuidado y miró al duende que se encontraba misteriosamente sentado en su lugar. El cochero se detuvo un momento para preguntar en voz alta:

El duende recolector de llaves y el coleccionista.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora