Capítulo 16

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-Dos mitades crean al ser perfecto-


Los dos hombres platicaban en el balcón. El dependiente ofrecía una sonrisa encantadora y falsa en su rostro. Sus cabellos rubios y rizados caían como cascadas sobre sus mejillas. Estaba a punto de acordar un precio para copiar las primeras quince páginas del libro de Zahar, cuando en el hombre aterrador de capucha negra apareció el fantasma de una sonrisa. Sus dulces palabras se detuvieron en su garganta. El sudor frío recorrió su espalda. El hombre de capucha negra alzó su gruesa palma indicando que parará de hablar.

–No hace falta.

–¿El precio no es de su agrado? Incluso puede obtener uno de nuestros ciento veinte negocios. También puede adquirir una habitación en ciudad estrella.

–Mn. Ciudad estrella es encantadora. Me encantaría poder visitarla alguna vez.

–¿Entonces puedo suponer que el señor y yo hemos llegado a un acuerdo?

–Me gustaría decir que sí, pero no es posible–. La cara del empleado dejó su entusiasmo.

–P-podemos determinar otro precio. También podemos reducir el número de páginas por el momento.

–No es posible. Alguien ha tomado el libro hace unos minutos.

–¿A-a-alguien tomó el libro?–. El empleado detuvo el impulso de dejar el balcón para revisar la sala principal. Sería muy descortés e inapropiado dejar al cliente solo para revisar la mercancía. El hombre de capa negra pareció entender el pensamiento del empleado. No pudo evitar reír. Que mente tan simple.

–Mn. La barrera que le impuse está rota.

–¿Entonces por qué no. . . ?–. El empleado no se atrevió a terminar su pregunta. No tenía el derecho de reprocharle a su cliente. Sus cejas se arrugaron, terminando la pregunta por él ¿Entonces por qué demonios dejaste que se lo llevaran? Ah.

–Dos motivos, admiración y pereza.

–¿Admiración y pereza?

–La barrera que impuse es muy poderosa, está especialmente hecha para matar a sanadores, que son las moscas que más codician el libro. La persona que lo tomó sabía esto, no sólo siguió adelante, sino que fue capaz de soportar el fuego que consumía su interior– El empleado sintió su piel caer. Pálido y con labios azules ¿Quemarse por dentro? ¿Esa persona estaba siquiera cuerda? –En segundo lugar, esa persona morirá pronto– La sonrisa del hombre de capa negra se profundizó. Era imposible que un sanador pudiera prolongar su vida después de haber contenido en sí dos tipos de llamas tan agresivas dentro. Realmente triste, la persona que fue digna de su reconocimiento, moriría pronto por el mismo motivo.

El empleado no pudo ocultar el horror en su mirada al ver al hombre de capa negra. Llegó a la ciudad hace dos semanas buscando algo en específico, con el libro de Zahar escondido entre sus capas. No lo había visto sonreír hasta ahora. Su sonrisa, no era tranquilizadora, pero hacía que las personas no pudieran apartar la mirada de aquel cruel y bello rostro.

El hombre de capa negra se despidió de él. Si el empleado hubiese sabido que todo el tiempo estuvo hablando tranquilamente con Ilias, el líder de Viuda Blanca, podría haber muerto de miedo en ese mismo instante.

***

Darcy había estado viajando entre la conciencia y el limbo constantemente. Se acostumbró con tranquilidad a la oscuridad que lo envolvía, casi, con calidez. De vez en cuando, un par de cálidas manos frotaban su piel cubriendola posteriormente con algo helado. En cierto momento, la habitación pareció transformarse en una vieja y conocida. Los estantes y el mueble raído. Incluso sintió que algunas palabras escapaban de sus labios. Un toque suave en sus párpados y regresó a dormir.

El duende recolector de llaves y el coleccionista.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora