Capítulo 13

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-Ciudad del artesano-


–¡Mierda!– Rafferty palmeó su muslo. Era la quinceava vez que lo hacía, dejando esa zona enrojecida e irritada. Después de sobar ligeramente con la yema de sus dedos las pequeñas ronchas que cubrían su cuerpo, se lamentó el no haber tomado algunas hierbas para evitar los mosquitos. Caminaron alrededor de seis horas. Cada uno se miraba más demacrado que el anterior, Darcy se encontraba en la parte trasera de la fila. A pesar de que no era devorado por los mosquitos como Rafferty y no se encontraba mortalmente pálido como Light, los cortes ensangrentados de su cuerpo aún eran visibles detrás de sus ropas nuevas.

Rafferty masculló para sí misma en silencio, al notar el páramo que se extendía frente a ellos, su humor pareció mejorar, estaban cerca del límite del puente ¡A punto de cruzar al otro extremo! Sus ojos no pudieron evitar brillar, había fantaseado con este momento desde antes de morir. Ahora, irónicamente, ya que su cuerpo original se encontraba perdido entre los restos de otros muertos, sería cuando por fin podría conocer la tierra mágica de donde procedía su ancestro.

Light mantuvo la cabeza gacha en todo momento, el pantano no había dejado una buena impresión en él después de haber deambulado en el reino de las almas caídas y el regreso inminente a Hécate tampoco podía ser considerado como un reencuentro agridulce y calmado con su "hogar". Darcy era el único dentro de aquellas personas que no se encontraba abrumado por alguna emoción. El dolor mantenía su mente ocupada en cada momento. A pesar de ello pudo notar que el duende parecía estar algo desanimado, por lo que no pudo evitar sacar una galleta de azúcar de su dispositivo de almacenamiento de gatito. Se acercó al duende y depositó la galleta con cuidado en su blanca palma. Light salió de su ensoñación al sentir un objeto extraño en su palma, al observarlo detenidamente notó que era una galleta de azúcar. Frunció un poco el ceño. Darcy no recordaba que al pequeño duende no le gustaba mucho el dulce, su mente atormentaba por el dolor sólo fue capaz de procesar que las galletas de azúcar lo hacían sentir mejor, por ende, le entregó una al duende.

–Gracias.

–Mn–. Al instante siguiente, el gritó de Rafferty los sorprendió a ambos, Light dio un pequeño brinco dejando caer la galleta con un pequeño plop en el agua fangosa del pantano. Darcy y Light se quedaron unos instantes contemplando la galleta.

–. . . Lo siento.

–No importa–. A pesar de que dijo estas palabras con tranquilidad, no pudo evitar dedicarle una última mirada a la galleta que se encontraba cubierta de un musgo verde y lodoso. Ah. Era la última.

–¿Qué sucede?–. Light pareció recordar que Rafferty había gritado.

–¡El final! ¡Puedo ver el final! El pantano termina justo ahí–. Su dedo índice apuntaba con entusiasmo hacia el ligero borde donde el musgo desaparecía y una gran barrera colorida, semejante a la superficie de una burbuja, resplandecía.

–Mn. Es el final– aprobó Light. Rafferty estaba a punto de cruzar cuando recordó que las almas de sus hermanos podrían no soportar el cambio, por lo que se acercó con una sonrisa hacia Light. Light tomó el encendedor triangular de su comunicador de ranita y dejó caer una gota de sangre en el centro, una suave llama apareció. Light tomó un poco de esta y la separó de la llama original, la colocó sobre la cabeza de las dos serpientes y estas consumieron el fuego, transformando sus escamas a un color granate.

–Lo devolveré después de cruzar la barrera.

–Está bien.

–Espera– La voz de Darcy hizo que ambos se congelaran. Con el paso del tiempo se habían acostumbrado a seguir lo que Darcy decía, cómo dos niños que dependían de su hermano mayor. Aunque Darcy Dagger podía suponer que estas dos personas simplemente no querían preocuparse por algo más allá que no fuesen las artesanías y la alquimia, dejándole el mando a él –Crucemos todos juntos. No sabemos si terminaremos en lugares diferentes  si cruzamos con alguna diferencia de tiempo– Light y Rafferty parecieron entender estas palabras, asintieron con la cabeza y se tomaron de la mano. Después voltearon sus grandes ojos hacia Darcy esperando a que este también se tomara de la mano con ellos. La mirada de Darcy aún ponía de los nervios a Rafferty por lo que bajó su mano inmediatamente. Light la mantuvo alzada hasta que Darcy deslizó su mano en ella. Debido a que Darcy solía llevar guantes, cada vez que sus manos se rozaban por error o Light tomaba su mano para agarrar alguna herramienta, sólo sentía el tacto de la suave seda o el cuero negro. Ahora, la piel de porcelana de Darcy se encontraba fría, en contraste con su cálida mano rodeada de garabatos dorados.

El duende recolector de llaves y el coleccionista.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora