Capítulo 14

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-Tratos entre bastardos.-


La pequeña figura los había llevado entre los escombros con regularidad. Cada que veía un trozo de arenisca derritiéndose una mueca agria se mostraba en su semblante. Se mantuvo en silencio en todo momento. Temía que si comenzaba a hablar terminaría por arrancarse ambos bigotes azules. Aquella lejana vez que el hijo de puta de Kiev había derrumbado los muros de su ciudad, gruñó tanto que perdió su voz una semana. Por lo que sólo pudo limitarse a mirar con rabia hacia la figura de Kiev, que era la de un  gnomo viejo de aura salvaje y bella. Ese porte despreocupado sólo lo hacía enfurecer aún más.

Al mirar al duende artesano que destruyó sus muros esta vez, no pudo evitar sentirse un poco aliviado, este joven no parecía tan desenfrenado como Kiev.

–Aquí–. El Sr. Lu los hizo detenerse en un espacio abierto. Era una plataforma circular que sobresalía por unos centímetros del suelo. Rodeando el perímetro de la plataforma se encontraban doce pilares que mantenían la misma distancia entre sí. El Sr. Lu sacó una llave de cristal de su bolsillo y la insertó en el aire, una puerta se abrió mostrando un nuevo lugar, un cuadro que mostraba otro paisaje. Un jardín abierto con nubes azules se mostraba del otro lado.

–Hablemos dentro–. Después de verificar que las tres figuras entraran, el Sr. Lu cruzó la puerta que desapareció detrás de él.

La luz era tenue y cálida, el pasto se extendía más allá de donde sus ojos alcanzaban a ver y pabellones bordeaban el centro del jardín. El Sr. Lu observó a las tres personas un momento y entrecerró los ojos.

–Quiero hablar con el artesano. Esta es mi residencia, sientanse libres de ordenar bocadillos y bebidas, pueden entrar a las salas dentro de los pabellones. Naturalmente aquellos sitios donde no puedan entrar tendrán barreras, por su seguridad no les recomendaría forzarlos–. Darcy sopesó estas palabras con tranquilidad. Como el alcalde Lu les había dado tal trato debía estar interesado en negociar ciertas condiciones y no en recriminarles para desahogar su ira. Darcy observó los bellos pabellones de mármol y las estancias que se encontraban más adentro. Discernió que la seguridad de la residencia del alcalde Lu era más rigurosa y poderosa que la de la ciudad en sí. A pesar de que el Sr. Lu pensaba negociar con ellos, no estaba interesado en probar sus lazos de confianza, por lo que los había aislado de la ciudad directamente y confinado en un espacio en donde pudiera controlarlos. Esto no necesariamente era malo, sólo demostraba que el señor Lu era una persona cuidadosa. Darcy podría asentir dando su consentimiento. Sin embargo el señor Lu no había pedido hablar con los tres, sólo  con Light. No podía decidir por el joven duende, así que se limitó a esperar su respuesta. Al sentir la tranquila mirada de Darcy, Light entendió que parecía no estar en peligro y que dependía de él si quería o no aceptar la reunión con el señor Lu. Light no se encontraba preocupado por él, sino por el señor Lu ¿Realmente no le preocupaba dejar a estas dos personas sin supervisión en su jardín?

–Entiendo.

–Por favor– El Sr. Lu hizo un ademán para que Light lo siguiera. Antes de irse, Light le dedicó una última mirada a esas dos personas. Sabía que Darcy podría evitar que Rafferty los metiera en problemas pero aun así, tomó la mano de Darcy. Ante los ojos del Sr.Lu esto solo pareció un suave apretón de manos. Los párpados de Darcy se alzaron levemente al sentir lo que Light había colocado en su palma. Darcy estiró un poco la comisura de su boca y Light mostró un pequeño colmillo al sonreír. Light siguió al señor Lu y ambas espaldas desaparecieron entre los pabellones. Rafferty no pudo evitar acercarse y con ojos curiosos y malvados preguntó:

–¿Qué te dio nuestro tercer colega?

Darcy la miró condescendientemente y dijo con una voz tersa que ocultaba cierta burla:
—Veneno para Dybbuk–.

El duende recolector de llaves y el coleccionista.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora