Capítulo 26

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(El pasado: Segunda Era dorada)

. . . Sólo existen en cuentos de hadas.-


La respiración irregular de Liren sorprendió a las pocas personas que aún deambulaban por los pasillos de la academia. Aunque ellos la miraban, ella no dedicó una segunda mirada en ellos, su visión, como un animal en frenesí, solo buscaba la amplia cúpula en donde el maestro Nesha solía estar.

Al llegar al bello jardín, la figura blanca no se preocupó en invocar un hechizo para pasar por el estanque, mojando la parte inferior de sus túnicas para llegar al pequeño pabellón del centro. Como esperaba, la figura de su maestro se encontraba meditando ahí, sostenía con fuerza el collar de hueso entre sus dedos.

Antes de que ella pudiera abrir sus labios, los ojos profundos de su maestro parecieron entenderlo todo: esperando sólo por su presencia para confirmar sus instintos. El dictamen  que por fin puede justificar el latido desenfrenado que se ocultó en el pecho de Nesha desde hace unas semanas.

Se levantó, sacudió las mangas de su túnica y se dirigió hacia el pasillo exterior, sus pies vendados caminando sobre la superficie sin ningún problema.

–Maestro– jadeó.

–Lo sé.

–Maestro–. Liren parecía incapaz de ordenar sus pensamientos con terror. Aunque no dominaba el arte de la adivinación como su maestro, podía predecir lo que sucedería a continuación.

–Llama a tu hermano marcial Ilias.

–Entiendo– Liren apretó sus puños. Tranquilizó su mente a la fuerza, empujando todo lo que no le permitiría actuar en este momento. Nada había pasado aún. Nada. Todavía, todavía podían arreglarlo.

Liren se quedó en el pabellón esperando a Ilias bajo las indicaciones de su maestro. Aunque su mirada ansiosa reclamaba por irse inmediatamente, sus pies permanecían obedientemente. Al ver la alta figura de Ilias aparecer, Liren se transformó inmediatamente en una dracnea, el gran cuerpo ocupó todo el área y las cuatro alas se deslizaron cubriendo el sol que caía sobre el pabellón. Los ojos rojos de Ilias observaron al dragón sin filtrar ningún cambio en su mirada. Acto seguido, dos alas de hueso se extendieron de su espalda, en contra de lo que parecían, eran muy livianas y afiladas, alzó el vuelo junto con la dracnea y siguió el ritmo sin ningún esfuerzo.

El viento cortaba sobre ambos cuerpos con fuerza, mientras se movían, sus ágiles ojos buscaban por el gran terreno. Antes de que Liren necesitara seguir la ruta hacia la taberna, una gran explosión captó la atención de ambas personas que volaban los aires. Las pupilas de la dracnea se contrajeron al reconocer el vórtice estrellado que se suspendía unos metros debajo de ellos, y en el suelo, como si los escritos del destino colocaron los párrafos finales de la oscura historia que habían comenzado a escribir hace años, la figura de su maestro y Helios se encontraban en una feroz batalla, donde cada uno de los movimientos que realizaban no dejaban cavidad a la duda acerca de la intención de matar que sobresalía de ellos.

En un entendimiento tácito entre ambos, la gran dracnea se apresuró a bajar mientras que Ilias se dirigió hacia el vórtice.

La gran dracnea parecía luchar, su forma de combate más poderosa era la que mantenía en este momento, sin embargo, deseaba poder ver el reflejo de su figura humana en las pupilas negras de Helios una vez más.

Helios parecía estar dentro de un extraño frenesí, con el deseo y la expectativa escapando de sus llamativos ojos y la impotencia y rabia en su aura rugiendo por culminar aquello por lo que había trabajado tanto. Nadie podía entenderlo. El solitario mundo de un genio. La impotencia de sus sueños al verse frustrados por gente que no lo comprendía. Las cejas negras se fruncieron al notar a la dracnea blanca, sus ojos que sólo podían contener la desesperación y la ansia, dieron paso a la desolación.

El duende recolector de llaves y el coleccionista.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora