15-Es gratis si puedo conseguirlo-
Light colocó las vendas sobre un traste pequeño. Era marrón y parecía estar hecho de cerámica. Un leve olor a hierbas provenía del agua en donde las vendas se remojaban. Esperó unos minutos y sacó las vendas. Las estiró sobre otro plato, que a diferencia del anterior, era plano como una plancha. Repitió este proceso hasta obtener veinte tiras largas de tela remojada. Recordó como Rafferty lo hizo la primera vez: tocó con sus nudillos, comprobando que la temperatura fuera la adecuada. Sus heridas están abiertas, por alguna razón no pueden cerrar, será mejor que las vendas no estén calientes. Tibias es suficiente, pero no tendrá el mismo efecto calmante. A pesar de que Rafferty solía ocultar cierto tono de malicia y burla en sus palabras, cuando recitó aquello, Light pareció ver el rastro de lo que alguna vez fue Erina Savant; Bien, las vendas estaban tibias. Tomó una con las dos manos y la extendió por el brazo de Darcy. Su cuerpo blanco se encontraba descubierto. Había retirado las vendas viejas antes, aunque carecían de rastros de sangre, esto sólo hacía estremecer más a Light. Heridas abiertas que no podían cerrarse, sin sangrar. Detuvo su mirada con cuidado en las líneas tenues y negras que recorrían el cuerpo pálido de Darcy, como ramas podridas en vez de venas. No pertenecían ahí. Vendó todo el cuerpo con rapidez para evitar que se enfriará. Colocó una manta con suavidad sobre la persona. Al notar que su frente se perló de sudor nuevamente, se acercó con un paño para secarla. Al hacer esto, Darcy se movió un poco debajo de su toque.
–Mn ¿Te lastimé? Lo siento–. Light no notó lo extraño que era el tono de su voz cuando se suavizaba. Nunca le habló así a nadie. Y nunca nadie le habló así. Lo más cercano a ello fue la cálida voz de su madre.
–No–. Light se miraba tranquilo ante Darcy, pero la verdad es que nunca antes había cuidado a un enfermo. Incluso cuando él mismo enfermaba, se limitaba a notificar a Protección Sobrenatural que su ritmo de trabajo disminuiría por un breve periodo de tiempo, bebía un poco de agua fresca y continuaba con sus tareas.
Era consciente de que las demás personas, que tenían quienes cuidaran de ellos, se dejarían mimar. No estaba dispuesto a tratar las heridas de Darcy con indiferencia, incluso si no sabía cómo hacerlo, lo intentaría.
–Sigue durmiendo. Cambiaré tus vendas en una hora.
–Mn.
Light tomó el cuenco de medicina y lo vació en el lavabo del baño. Lo lavó con cuidado y lo rellenó con agua fresca. Regresó a la habitación, que era pequeña, y tomó el ramillete de hierbas que estaban bajó los leves rayos del sol que se colaban por el hueco de la ventana. Cortó las hojas y las dejó en el agua. Usó el fuego de su alma para calentar la infusión y dejó enfriar nuevamente el contenido en una pequeña mesa. Lavó las vendas que había quitado del cuerpo de Darcy y las colgó en un pequeño hilo dorado que colocó en el baño. Cuando terminó todo esto, faltaba un cuarto de hora para volver a cambiar la vendas. Mientras pensaba en preparar un poco de papilla de zanahoria o papa, escuchó el murmullo de Darcy. Enfocó su mirada en la cama y observó al joven de hermosos rasgos. Las vendas cubrían la mayoría de su cuerpo, y aquellas partes de piel que se encontraban expuestas estaban cubiertas por una fina capa de sudor. Las pestañas de Darcy temblaron débilmente. Abrió la boca pero tenía la garganta demasiado seca como para poder hablar. Light notó esto y acercó una taza a sus labios. Unas gotas de agua se deslizaron por el borde de los labios de Darcy. Light lo limpió con cuidado.
–¿Qué pasa?–. Light no olvidó que el joven parecía haber querido decir algo hace unos instantes.
–Estás aquí.
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El duende recolector de llaves y el coleccionista.
FantastikEl choque de dos grandes egos en una treta de vida o muerte. . . que terminan enamorándose. Light, un arrogante duende que fabrica llaves como artesano en el mundo mágico. Darcy, un misterioso humano dueño de una tienda de antigüedades en el mundo...