Capítulo 6 Intoxicación

647 47 37
                                    

Keelan

Siento como la vida corre desde mi garganta a todo mi ser y es una sustancia que me trae viejos recuerdos de un pasado que ha sido olvidado, más no destruido.

Me prendo de este líquido como un bebé que mama del seno de su madre.

¡No quiero que me aparten! Quiero seguir enganchado a él como un drogadicto a la cocaína.

Su olor me envuelve y me sofoca. Estoy intoxicado con su olor, su sabor, su tacto. En mi lengua siento la piel más tersa que alguna vez he probado. La sangre que extraen mis colmillos es vida pura, es fuerza antigua, es poder inigualable. Si el mundo supiera el sabor que alberga este poder, no dudarían en querer arrebatármelo. Pero no les dejaré.

Es mía.

Necesito más.

Necesito más.

Necesito más.

No puedo parar... no quiero parar.

Su olor me tiene alucinado y en algún momento soy consciente de que esta fuente proviene de un cuerpo que está sobre mí y se mueve sobre el bulto en mi entrepierna. El éxtasis recorre mis venas y tengo la necesidad de arremeter contra este cuerpo que me tiene loco.

Me pongo de pie y puedo oler la necesidad en el aire. Es una hembra. Y es la cosa más deliciosa que he probado nunca. Su sangre me da, en un tiempo increíblemente rápido, la fuerza necesaria para empujarla contra la primera muralla que encuentro.

No dejo que la moral me controle y comienzo a correrle mano como adolescente. Sus pechos son perfectos para mis manos y a pesar de que tengo mi boca llena de su sangre, puedo sentir como salivo en exceso por querer mamar sus pezones.

Sigo arremetiendo contra ella sin dejar de beber su sangre cuando comienzo a sentir que el orgasmo me llega de golpe, vaciándome en los pantalones como un crío.

Mierda, nunca había hecho esto antes.

Siempre he tenido a cualquier mujer para saciar mis necesidades, o en último caso recurro a masturbarme. Pero correrme, sin siquiera sacarme la ropa que traigo, es vergonzoso.

La mujer que acarreo queda como muñeca de trapo en mis manos. Poco a poco comienzo a enfocar mi mirada, la debilidad comienza a abandonar mis entrañas y con horror me doy cuenta que tengo a Agatha contra la pared.

Agatha...

Nuestras miradas se cruzan antes de que ella se desmaye por completo.

¿¡Qué mierda estoy haciendo con ella!?

Tiene todo el cuello desgarrado como si la hubiese mordido un perro, pero con miedo me doy cuenta de que he sido yo quien la ha estado masticando todo este tiempo.

La sangre corre por su pecho y su polera ya está toda manchada por el torso. Su piel, de por sí ya lechosa, está más pálida de lo normal y en su frente se pueden ver perlas de sudor.

—¡Mierda! —gruño mientras la llevo al sillón, que también está manchado de sangre.

Me puedo dar cuenta que su muñeca tampoco se ha salvado y presenta varios mordiscos.

¿Qué ocurrió? Yo me estaba muriendo en ese callejón. ¿Cómo mierda llegué aquí?

Golpean la puerta y entran sin esperar una respuesta desde dentro. Gideon ingresa a la sala y por su cara puedo ver que no le sorprende en lo más mínimo que Agatha esté en la oficina. Se queda mirándola y frunce el ceño, no puedo imaginar lo que estará pensando al verla en esta condición.

La agonía del Sol (Los ciclos del Sol I) [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora