Capítulo 26 La traición

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Agatha

Horas habían pasado desde que Keelan dejó la habitación.

La sangre que cubría mi cuerpo ya la había lavado. Poder darme una ducha había sido lo mejor hasta ahora, lamentablemente, mi mochila con la muda de ropa había quedado tirada en alguna parte de la pista de baile, por lo que tuve que ponerme la misma ropa con la que había escapado de la mansión.

Afuera de la habitación podía escuchar como Vladimir y Dante hablaban de cosas triviales. Héctor se había ido hace un rato a hacer no sé qué. En cambio, yo llevaba al menos una hora intentando que me abrieran la puerta para poder irme.

Aún no amanecía, pero dudaba que tuviera mucho más tiempo antes de que en la mansión se enteraran que ya no estaba en el área médica. De seguro los guardias ya le dijeron a Xavier de mi huida y deben estar buscándome. No creo que hayan sido tan tontos como para contarle al rey que no habían sido capaces de cuidarme... otra vez. Cometer tantos errores era pase directo a ser ejecutados.

—Chicos, vamos. Solo abran la puerta y dejen que me vaya —les digo a través de esta—. Les aseguro que no causaré problemas. Solo quiero que me dejen ir. Libertad, ¿conocen la palabra?

—Basta, princesa. Sabes que no te dejaremos ir —responde Dante.

—No puedo creer que realmente sean fieles a Keelan.

—¿Qué es lo que te sorprende?

—Mi ingenuidad. Lo vi todo el tiempo. Siempre tuve dudas y finalmente todo era verdad.

Con rabia puedo decir que admiro la paciencia de Keelan. Todos estos años engañando a todos, fingiendo ser un simple guerrero, un sumiso ante su rey.

Y al final el rey al que seguían era él y no mi padre.

—Cuéntame, Dante. ¿Cuánto tiempo llevan planeando todo esto?

—Demasiado.

No puedo evitar reírme de la ironía de toda la situación. Yo que no quiero reinar hago todo lo posible para poder salir, y Keelan que quiere reinar está haciendo todo lo posible para poder entrar a la corona.

—No te preguntaré cuántos son, creo que la respuesta me asustaría, pero los que lo siguen, ¿le son fieles?

Dante se demora unos segundos en responder.

—Lo son.

—¿Y les ha ofrecido algún título a cambio de apoyarlo en todo esto?

—Nada. Keelan no nos ha ofrecido nada. Lo seguimos por voluntad propia.

«Bien. Al menos habrá gente que lo protegerá cuando yo me haya ido», pienso con amarga alegría.

—¿Puedo ser sincero, princesa? —escucho la voz de Dante.

—Eso espero.

—Nunca he pensado que algún día llegaras a reinar. Ni siquiera aunque te obligaran. No me malinterpretes, te respeto y admiro tu coraje para enfrentarte a cualquiera, pero eres demasiado joven. Los años dan experiencia, algo que te falta en demasía. Si llegas a reinar, estaríamos cometiendo el mismo error nuevamente.

—¿Y Keelan tiene suficiente experiencia para reinar?

—Demasiada. Pero no lo seguimos por eso.

—¿Por qué lo siguen?

—Justicia.

—¿Crees que yo no sería una reina justa?

—No. Solamente, no eres la indicada.

La agonía del Sol (Los ciclos del Sol I) [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora