Capítulo 7 Ziet

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Agatha

Siento que me pasó un camión por encima y que aún no me puedo levantar.

Nunca en la vida había estado más mareada que ahora.

Más le vale a Keelan recompensarme por haber salvado su vida. Me conformo con un unicornio cubierto con la sangre de una sirena.

Creo que hoy no seré capaz de ver a Vincer... ni en los siguientes días. Apenas tengo fuerzas para vestirme.

Y el que Keelan me haya visto desnuda y que fuera él quien me desnudara me avergüenza un montón.

Mi dignidad ha quedado tan abajo que se ha hecho amiga del polvo del suelo.

Siempre fantaseé con un momento así. Nosotros dos, envueltos en la pasión, mientras él me saca la ropa lentamente y me hace suya y por fin pierdo mi virginidad con el hombre que siempre he querido. Pero nunca imagine que la primera vez que Keelan me sacara la ropa fuera porque no puedo ponerme en pie, toda llena de sangre, barro y mi ropa interior toda sucia por lo fluidos que me hizo soltar anoche sobre su pantalón.

Me quiero morir.

Y más encima él ni en cuenta me tuvo. Lo hacía todo de manera mecánica, como si estuviera bañando a su mascota un domingo por la tarde.

Termino de vestirme con la ropa que él me pasó y de verdad me queda gigante. A la polera tengo que hacerle un nudo al costado y a los pantalones tengo que darle varias vueltas en las piernas para no tropezarme con ellos, por suerte es un buzo y el cordón que trae en la cintura me ayuda a ajustarlo a mi medida.

Salgo del baño y en la oficina Keelan y Gideon mantienen una conversación sobre unos papeles y hablan en voz baja, como si no quisieran que yo escuchara.

Ambos se me quedan mirando y lo poco de sangre que me queda en el cuerpo se me sube a las mejillas. Seguro me veo ridícula con la ropa tan holgada. Es Gideon quien habla primero.

—¿Cómo te sientes? —pregunta mientras se dedica a tomar los papeles desparramados.

Con el pasar de los años y con la ayuda de Joaquín he sabido que Keelan mantiene negocios por fuera de la corona, lo cual está prohibido y aún no logro comprender cómo es que mi padre no le dice nada. Si fuese cualquier otro guerrero ya lo hubiesen matado por traición. Sé que Keelan es un poco incontrolable, pero no creo que tenga más poder o influencias que el mismo rey como para pasar sobre las leyes o su autoridad directa.

Creo que eso ha sido lo que me ha obsesionado o encantado de él y que me tenga enamorada como estoy. Su autoridad como hombre es algo que me atrae como los planetas al sol y desde entonces me he mantenido como la luna a la tierra, siempre alrededor de él. Buscando la forma de absorber un poco de esa seguridad que emana, de esa autoridad para doblega a cualquiera.

Debido a mi puesto dentro de la corona, he tenido que tomar un rol que no me molesta, pero no he querido: el de estar siempre por delante de todos en el sentido de estar precavida para que nadie pueda hacerme algo. Siempre buscando tener el as bajo la manga para defenderme en cualquier situación, siempre teniendo que mantener a los hombres, no importando la moral del método, alejados de mí pero creo que Keelan es la excepción, jamás lograría hacer eso, y espero nunca lograrlo solo para poder sentir bajo las manos de él cómo se sentiría perder el control y ser totalmente sometida, sin importar quién soy, quiénes son mis padres y cuál es el futuro que ya me define como mujer dentro de esta sociedad.

Todos los negocios que mantiene Keelan los tiene terriblemente resguardados y muy poco he podido adentrarme en ellos en detalle. De seguro estos papeles son parte de sus negocios y Gideon no quiere que los vea, por eso los junta y levanta contra su pecho, fuera de mi vista.

La agonía del Sol (Los ciclos del Sol I) [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora